Normalmente se asocia la Navidad con la familia, comidas, regalos, y por qué no decirlo, comidas que recargan. Tenemos un problema y es que la población en general asume que las festividades navideñas suelen ser peligrosas para mantener el peso corporal. Y de hecho, de motivos parece que no faltan", explica la doctora Anna Costa Corredor, dietista-nutricionista y portavoz del Col·legi de dietistes-nutricionistes de Catalunya (CoDiNuCAT), Anna Costa Corredor. "Tenemos en pocos días una concentración de comidas y celebraciones con un fuerte componente social, donde las preparaciones culinarias son las grandes protagonistas. Se consumen más bebidas alcohólicas de lo que es habitual", y además, insiste en que "hacemos una inadecuada de asociación entre celebración y excesos en el consumo, cuando no tendría que serlo de forma obligada", y para más inri, "tenemos unos productos muy concretos y típicos de estas fechas, y que parece que cada día de estas festividades navideñas tienen que estar pendientes en algún momento del día".

Costa Corredor comenta que, de esta manera, "ya esperamos que habrá excesos calóricos durante estas fechas". Así, destaca que entre las tareas de los dietistas y nutricionistas está la de "hacer abrir los ojos" que los motivos de "demasiadas comidas juntas en pocos días, demasiadas bebidas alcohólicas, demasiadas comidas por festivo y demasiada cantidad a consumir de cada uno, y demasiados dulces ricos en grasas y azúcares" no son realmente el problema. "El problema es nuestro para no saber gestionar a todas y cada una de estas situaciones" y subraya que todos los errores "los cometemos de forma voluntaria".

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¿Qué hacemos mal? Según Costa Corredor, los errores más frecuentes son saltarse comidas cuando se tiene una comida o una cena festiva aquel día y un excesivo consumo de alcohol. De esta manera, da unas claves para evitar hacer un gran festín, planificar las diferentes comidas navideñas y también organizarse para los días que no hay comidas festivas.

"Estos días con comidas festivas tendríamos que intentar mantener unos buenos hábitos alimentarios. Y uno de ellos es no olvidarnos de cumplir las 4 o 6 comidas diarias", comenta. Ahora bien, tal como señala hay algunas cosas que nos pueden hacer "despistar", como por ejemplo, levantarse tarde, el hecho de tener una comida copiosa puede hacer pensar que si comemos más en el resto de comidas lo podremos compensar. Además, detalla que el hecho de hacer una sobremesa larga nos hace olvidar la merienda y tampoco podemos dejar de lado el hecho de hacer una cena suficiente.

¿Por qué no es bueno qué lo hacemos? "Estaremos más horas en ayuno, saltándonos aquella media mañana esperando la comida festiva que se retrasa, o bien no haremos la cena, no volviendo a comer hasta el día siguiente". Tal como comenta la dietista y nutricionista eso provocará una bajada de los niveles de glucosa. "El hecho de incrementar los niveles de glucosa, grasas y colesterol en sangre poco después de estas grandes comidas y los disminuiremos cuando llevemos muchas horas sin comida", argumenta. "Además, tendremos problemas al controlar ciertos impulsos y acabaremos picando lo primero que encontremos", y añade que tendremos "la demanda fisiológica, es decir, cuando el azúcar y la glucosa nos baje, con tantas horas sin comida, la sensación de hambre será más importante".

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Por otra parte, expone que por el hecho de haber picado entre horas y cualquier cosa "habremos ingerido demasiadas grasas totales, ácidas grasas trans, demasiado colesterol, sol, alcohol y demasiados azúcares, y menos vitaminas, sustancias antioxidantes, fibra dietética y minerales de los que nos toca ingerir durante el día".

Pero controlarse y no picar tampoco es la solución. Costa Corredor advierte que "si nos contenemos y no picamos, a pesar de habernos saltado alguna comida para compensar las calorías lo que hacemos es ayudar a la activación de nuestros mecanismos metabólicos de ahorro energético". Y explica: "lo que hace nuestro cuerpo es gastar menos. Y como le estamos haciendo pasar un 'periodo de hambre' se empieza a fabricar su propia reserva de comustible –que no es otra que grasa– para poder tenerla disponible para cuando le haga falta".

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De esta manera, subraya que "esta intención de compensar se acaba convirtiendo en una descompensación dietética y, en consecuencia, nutricional", concluye.