La salud del papa Francisco sigue mejorando levemente de la infección en las vías respiratorias y la neumonía bilateral que se hizo pública el pasado martes, no tiene fiebre y según las últimas informaciones del Vaticano, el pontífice "ha pasado buena noche", se ha levantado de la cama y ha desayunado, pero todavía seguirá ingresado como mínimo una semana más. Su edad (88 años) y las posibles consecuencias que la enfermedad puede dejar en su condición física están haciendo que la sombra de su renuncia recorra los pasillos del Vaticano, y que las especulaciones estén al orden del día. La Santa Sede se apresura a desmentir los rumores -incluso las fake news que corren por las redes sociales que han llegado a sugerir que el papa está en estado crítico o incluso que ha muerto-, pero las declaraciones de algunos cardenales también alimentan estas teorías que incrementan la sensación de algunos observadores de estar viviendo un clima de fin de pontificado y de pre cónclave en Roma.
Condiciones que se pueden dar
Ha sido el caso del cardenal Gianfranco Ravasi, exfuncionario del Vaticano y actual presidente de la Comisión Pontificia de Arqueología Sagrada, cuando afirmó que se pueden producir las condiciones que empujen al papa a dar este paso. "No hay duda que, si se encontrara en una situación en que su capacidad de tener contactos directos -cómo le gusta hacer- y poder comunicarse de manera inmediata, incisiva y decisiva se viera comprometida, entonces creo que podría decidir dimitir", remachó. Ravasi también cree que el papa Francisco puede llegar a tomar esta decisión "porque es una persona que, desde este punto de vista, es bastante decidida en sus elecciones". El cardenal ha seguido argumentando que el pontífice puede llegar a renunciar si la enfermedad condiciona sus relaciones con la comunidad.
"Hasta ahora decidió continuar su actividad, incluso cuando tuvo un problema en la rodilla, que cambió el estilo normal de su relación con toda la comunidad eclesiástica mundial. En aquella ocasión explicó aquel famoso chiste según el cual se gobierna con el cerebro y no con la rodilla. Siempre tuvo tendencia a luchar y reaccionar, y es también una elección legítima, porque incluso pudo afrontar viajes en condiciones absolutamente difíciles, como el del Extremo Oriente". Pero Ravasi, que ya tiene 82 años y, por lo tanto, no participaría como elector en un posible cónclave -la edad límite son los 80 años-, cree que la posibilidad de no tener más contacto directo con la gente, podría empujarlo a poner punto final a su papado. Lo que preocupa, especialmente, es el problema con la voz y su capacidad real para pronunciar discursos.
Ravasi no ha sido el único cardenal que se ha atrevido a afrontar abiertamente la cuestión de la posible renuncia del papa Francisco. El cardenal de Marsella, Jean-Marc Aveline, de 67 años, respondió con uno "todo es posible" a la posibilidad, mientras que el cardenal de Barcelona, Joan Josep Omella, respondió que "no soy un profeta, no tengo una respuesta, pero las reglas lo prevén".
Una carta preventiva
Ravasi recordó que el papa Francisco ya asumió que pudiera producirse esta posibilidad cuando firmó y entregó una carta preventiva de renuncia en el 2013, poco después de asumir el pontificado el 13 de marzo de aquel año. "El Papa declaró explícitamente que había entregado la carta a manos del entonces Secretario de Estado, por lo cual se trató de un acto formal", añadió, refiriéndose al cardenal Tarcisio Bertone, quien era en aquel momento el secretario de Estado del Vaticano. Se cree que actualmente la carta está al poder de quien fue su sucesor, Pietro Parolin. El papa explicó en aquel momento que firmó el documento como una medida de precaución en caso de sufrir un impedimento grave de salud que lo impidiera ejercer sus funciones. En una entrevista al ABC, a finales del 2022, Francesc reconoció que "si sufriera una discapacidad por razones médicas o lo que fuera, aquí está mi renuncia", aunque siempre ha aclarado que esta carta es solo una previsión por si se dan circunstancias extremas, porque él asumió su ministerio como un compromiso ad vitam (de por vida).
La preocupación por el Jubileo
Ravasi está convencido de que el papa "se podría marchar si las limitaciones son graves, pero su gran deseo es al menos completar el Jubileo", este Año Santo que se celebra desde el 24 de diciembre de 2024 hasta el 6 de enero del 2026, un acontecimiento extraordinario y solemne que tiene lugar cada 25 años. Este año especial, que es un momento significativo para millones de católicos en todo el mundo, está dedicado a la reconciliación, la conversión y la renovación espiritual, ofreciendo a los fieles la oportunidad de recibir indulgencias plenarias si cumplen con ciertas condiciones, como participar en actos de penitencia y visitar lugares sagrados. Las Puertas Santas se encuentran abiertas y millones de fieles viajan a Roma para cruzarlas. Esta hospitalización del papa Francisco, pues, coincide con este año tan particular como el Jubileo, que involucra no solo al Vaticano, sino a toda Roma y toda Italia, y la participación del papa en este Año Santo se considera fundamental.
#PapaFrancesco "Potrebbe lasciare, se i limiti saranno gravi, ma il suo grande desiderio è compiere almeno il Giubileo", afferma il Cardinale Gianfranco #Ravasi al @Corriere sull'ipotesi dimissioni del Pontefice. Gli aggiornamenti sul ricovero nella diretta di Francesca Paltracca pic.twitter.com/uH6x4yPmpO
— Balsa Radio1 (@Radio1Rai) February 21, 2025
El precedente de Benedicte XVI
La posibilidad de una renuncia, sin embargo, es una posibilidad que las normas prevén, como recordó el cardenal Omella. Y es que existe el precedente de Benedicto XVI, su predecesor, que anunció su renuncia el 11 de febrero de 2013 y se hizo efectiva el 28 de febrero del mismo años. Aquella decisión fue histórica, pues Benedicto se convirtió en el primer papa que renunció en 598 años. El último, antes que él, había sido Gregorio XII, renunció el 4 de julio de 1415 en el contexto del Cisma de Occidente, una crisis que había dividido la Iglesia católica con múltiples papas reclamando legitimidad.