Un grupo de jóvenes ha hecho el experimento de estar una semana sin móvil y los resultados han sido muy reveladores. Tienen un alto grado de dependencia a los smartphones. Concretamente, un grupo de 97 voluntarios de entre 15 y 24 años ha participado en un estudio liderado por la Universidad de Málaga sobre cómo utilizan los jóvenes las redes sociales para informarse.

El estudio, que empezó en el 2020 y todavía está en marcha, ha hecho un seguimiento del uso que hacían este grupo de jóvenes durante tres semanas del teléfono móvil. Durante la primera semana de estudio, los investigadores recogieron datos sobre el uso habitual que hacían. Y concluyeron que lo usaban, por término medio, cinco horas al día. Y la mayoría del tiempo, un 80%, lo destinaban a consultar las redes sociales. La más utilizada es WhatsApp y después Instagram y TikTok.

La segunda semana de estudio obligaba a los participantes a estar siete días seguidos sin móvil. Durante este periodo, les pidieron que recogieran en un diario sus impresiones. "Incomodidad", "ansiedad", "inseguridad" o "dependencia" son algunas de las anotaciones de los jóvenes. Cabe decir que algunos de ellos también reconocieron sentir cierta "liberación". "Necesitaba tener el móvil cerca. Tenía ansiedad si estaba lejos", afirma uno de los participantes. "Ver a todo el mundo con el móvil al transporte público me creaba la necesidad de utilizarlo", comenta otro participante. "He tenido más ansiedad que cuándo intento dejar de fumar", declara otro joven.

No obstante, cabe decir que hay jóvenes que han admitido que no utilizar el móvil durante una semana entera también ha tenido efectos positivos. Por ejemplo, algunos de ellos han explicado que se han sentido liberados, han discutido menos con la familia y han pasado más tiempo con ella e, incluso, han acabado antes los deberes. "Me he leído un libro entero", dice un voluntario. "Hacía seis años que no me leía ninguno por placer", señala otro participante. "He visto una serie con mis padres sin ninguna distracción y he disfrutado", indica otro joven.

A la tercera semana se les devolvió el móvil y se comprobó si lo usaban en mayor o menor medida que antes. Pues bien, cinco horas más tarde de recibir de nuevo el móvil, volvían a hacer el mismo uso que antes del experimento, a pesar de ser conscientes de su alto grado de dependencia, de la cantidad de tiempo que les hacía perder y del aislamiento que provoca.

No utilizar el teléfono móvil durante una semana también ha tenido efectos directos en el rendimiento académico de los participantes. "Estar sin móvil me ha ayudado mucho: he hecho todo el trabajo en menos tiempo", afirma un joven. "No tener móvil me ha perjudicado mucho, sobre todo en los trabajos en grupo. Me angustiaba no poder comunicarme con mis compañeros", asegura otro participante.

Con todo, la mayoría de los participantes del experimento reconocen que no podrían vivir sin móvil. Al mismo tiempo, sin embargo, se han dado cuenta de que tienen que controlar y dosificar el tiempo que dedican al móvil.