Una de las medidas estrellas del urbanismo táctico de Ada Colau en Barcelona es la creación de supermanzanas. Estas, creadas con la intención de pacificar los entornos, especialmente en torno a centros escolares, reducir la presencia de vehículos y crear un entorno más agradable para los vecinos, ha acabado generando problemas de inseguridad, incivismo, masificación y gentrificación en las áreas de la capital catalana donde ya se han aplicado, como al barrio de Sant Antoni o al Poblenou. Además, sin embargo, según revela un estudio de la Barcelona Supercomputing Center, son del todo insuficientes para cumplir con la legislación de calidad de aire europea y generan más contaminación en las calles de su entorno por un efecto rebote.
Disminuir el volumen de tráfico
Este informe de la BSC advierte que las medidas adoptadas hasta ahora en Barcelona se tienen que acompañar de una disminución drástica del tráfico de vehículos para llegar a los estándares de calidad del aire que impone la Unión Europea. El estudio ha querido cuantificar el impacto de las medidas tomadas hasta ahora para intentar reducir la contaminación probada por el tráfico en Barcelona, concluyendo que la creación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) y las supermanzanas o el urbanismo táctico quedan lejos de los objetivos marcados por Europa. Además, la reducción de tráfico del 25% esperada por el ayuntamiento para el 2024 reduciría la concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) entre un 20% y un 30%, cosa que a duras penas sería suficiente para cumplir con la media anual de 40 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno, explican los investigadores.
De hecho, el informe de la BSC apunta que la creación de las supermanzanas puede tener un efecto rebote: consiguen hacer caer la contaminación en puntos concretos, pero aumentan en su entorno por|para una redistribución del tráfico en el resto de la red y, por lo tanto, también de las emisiones. De esta manera, insiste el estudio, resultan inútiles en la lucha contra la contaminación si no están acompañadas otras medidas y, especialmente, una reducción del tráfico en la ciudad.
Impacto reducido
En definitiva, el impacto de las medidas de Colau es muy reducido, incluso en sus previsiones más optimistas. Según recoge el estudio, la previsión del Ayuntamiento es que su aplicación ayude a desincentivar el uso del transporte privado en un 25% en tres años, según se puede comprobar en el Plan de Movilidad Urbana. Partiendo de esta base, se ha calculado la huella de las restricciones adoptadas hasta ahora o que están en ejecución: reducción de carriles por vehículos, ocho supermanzanas y la ZBE, con la idea de que todos los vehículos prohibidos han sido reemplazados por aquellos que cumplen la normativa de emisiones Euro 6, la más limpia, un hecho que no es esperable a corto plazo.
Los resultados apuntan hacia una dirección: las medidas tomadas hasta ahora tienen que ser complementadas con nuevas restricciones al tráfico para mejorar la calidad del aire en la ciudad y mantener la concentración de contaminantes en valores aceptable para la salud. Con las que hay hoy y con una revisión de reducir el tráfico en un 25%, la ciudad quedaría al límite de los niveles de emisión de dióxido de carbono marcados por la Comisión Europea y lejos de los que recientemente ha revisado la OMS, que los ha reducido de 40 microgramos/metro cúbico a 10.
Barcelona, la sexta ciudad con más mortalidad
De hecho, según la actualización del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) hecha este noviembre, el área metropolitana de Barcelona ocupa el sexto lugar en la lista de carga de mortalidad asociada al gas NO2. Así lo demuestra la actualización de un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que ha concluido que Europa podría evitar 114.000 muertes prematuras anuales si se cumplieran las nuevas recomendaciones de calidad del aire de la OMS. A partir de estos datos, el ISGlobal ha elaborado una serie de rankings a su web donde aparecen las ciudades con más muertes por la contaminación, las que tienen mejor calidad del aire y las que disfrutan de más espacios verdes. Mientras Barcelona ocupa el número seis en el ranking de ciudades con más carga de mortalidad por los niveles nocivos de NO2, el área metropolitana de Madrid encabeza la lista en el número uno.