Llegar a casa del trabajo, después de tomar veinticinco mil decisiones durante el día. Cerrar la puerta del piso y sentir entre una sensación de aligeramiento y una losa de cemento cayéndote encima. Entonces hay que pensar toda una serie de tareas logísticas que pueden costar. Repetir el proceso durante días, semanas, meses. ¿Pero, y qué pasa si a veces no se puede ni decidir ni escoger y la sensación de bloqueo abraza? Entonces, entra en juego la fatiga emocional.
"Es un estado de agotamiento extremo que se manifiesta mental y físicamente después de un estrés sostenido en el tiempo o acompañando determinadas alteraciones psicológicas como sueño la depresión o la ansiedad", destaca a la psicóloga de TherapyChat Graciela Salvador Juan en conversación con ElNacional.cat. ¿Y como saber si lo que nos pasa es fatiga emocional o un simple cansancio? Pues, aunque pueden tener puntos en común también hay diferencias. "Deterioro en los procesos cognitivos simples y complejos, falta de motivación, retraimiento afectivo, inestabilidad emocional, bajo estado de ánimo o sensación de cansancio físico".
En este contexto, lo primero que vendría a la cabeza es como prevenir todo este conjunto de sensaciones "es conveniente hacer un ejercicio de autoconocimiento y sacar el 'piloto automático' que normalmente llevamos puesto. En caso de estar atravesando un episodio de fatiga emocional se recomienda ir a un especialista de la salud mental, además de reconocer los síntomas que se están presentando y llevar a cabo estrategias de enfrentamiento funcional para gestionar los mismos", destaca a Salvador Juan.
Pero la fatiga emocional, no sólo se manifiesta a la hora de tomar decisiones. La psicóloga pone un ejemplo práctico: "Imagínate que sostienes un vaso de agua con la palma de tu mano, sin apoyarte en ningún lugar. Cuánto de tiempo crees que aguantarías antes de que parezca que el vaso empieza a pesar toneladas"?.
Salvador Juan también insiste en que la fatiga emocional puede venir por estrés continuado o ansiedad y depresión. Pero, no sólo. También puede aparecer después de una ruptura amorosa o un proceso de duelo, un entorno laboral hostil o una situación de emergencia o catástrofe natural.
Como se puede identificar
La experta reitera que lo más recomendable es contar con la ayuda de un profesional, aunque hay una serie de indicadores que se pueden tener presentes a la hora de identificarlos. "Deterioro de los procesos cognitivos simples, como por ejemplo, la atención, la memoria o el aprendizaje. También de los complejos, como el lenguaje o pensamiento. Finalmente, el desinterés general por diferentes áreas vitales", remarca. Emocionalmente, nuestro cuerpo también nos da pistas. Salvador Juan remarca que un bajo estado de ánimo, inestabilidad emocional, como cambios de estado de ánimo, retraimiento afectivo, o la dificultad por experimentar placer o disfrutar de las cosas -anhedonia-".
Además de los síntomas cognitivos y emocionales también hay los físicos. En este sentido, la psicóloga describe que los movimientos se producen a cámara lenta, se experimenta una falta de energía o cansancio extremo, insomnio o hipersomnia, taquicardias, mareos o alteración del aparato digestivo.
Como se puede resolver
Desgraciadamente, no hay soluciones mágicas, pero se hay que poner manos a la obra para salir de este estado. En este caso puede parecer una obviedad, pero para resolver el problema se tiene que identificar cuál es la causa. "Después de categorizar a causa, la categorizaremos en 'sucesos que puedo controlar' o bien 'sucesos que no puedo controlar' y pondremos en marcha estrategias de afrontamiento específicas para cada caso", comenta. "En caso de que estemos ante alguna cosa que podamos controlar, como por ejemplo, una carga laboral, utilizaremos estrategias de organización y planificación. Si es algo que no podemos controlar, como por ejemplo, la muerte de alguien, pondremos en marcha otros factores, como por ejemplo la resiliencia o la gestión emocional funcional.
Cosas que ayudan a descomprimir
Preguntada por algunas actividades que ayuden a descomprimir esta 'carga'. En este sentido, Salvador Juan resalta que controlar la exigencia y la autoexigencia es clave, porque muchas veces la fatiga emocional es el resultado de los altos de estándares que nos ponemos a nosotros mismos. "Cada vez que te sientas exhausto emocionalmente, piensa si te estás exigiendo demasiado". Además, también insiste en que hace falta aprender a escucharse y poner límites. Así, un punto que hay que tener en cuenta es identificar qué emociones se están teniendo, aceptarlas y gestionarlas.