"¡Sois mis únicos clientes!". Ridah, guía turístico informal de 28 años, todavía mantiene el humor mientras empaqueta sus cosas para salir de su casa en riesgo por los destrozos del terremoto del viernes que ya suma 2.681 víctimas en Marruecos. Irá a dormir a la calle, como hacen la mayoría de vecinos y vecinas de Mellah, antiguo barrio judío reconvertido en una de las barriadas más pobres de Marrakech. Está mucho más destruida que la Medina, que captó la atención mediática porque concentra a la mayoría de turistas en sus callejones estrechos de antiguos edificios amontonados.
Aquí también lo son, de viejos y amontonados, pero todavía más, y también están más destruidos. Ridah, que aprovecha sus idiomas, sobre todo el inglés, para mostrar el barrio a los turistas, se reconvierte enseguida como providencial guía periodístico y de los horrores para mostrar las calles destrozadas, y también como guía político al atreverse a asegurar que "el gobierno no nos ayudará". "Ahora tendrán mucho dinero de otros países, a ver si llegan en forma de ayuda", exclama.
Entre calles llenas de piedras que antes conformaban hogares en pie, las motos siguen pasando por encima como si nada, y Ridah enseña las partes más destruidas del vecindario como hace cuatro días enseñaba las más emblemáticas. "Aquí sacaron a un muerto ayer mismo, cuando huele alguien llama a las autoridades y solo entonces vienen a recogerlo", asegura, mientras un niño asiente con la cabeza y Ridah señala en la pared lo que en teoría son restos de sangre.
La decadencia de un barrio histórico
Mientras andamos, Ridah no solo tiene tiempo de maldecir la situación, "todo está destruido", sino también de explicar brevemente la historia de este barrio. Mellah es el nombre que reciben los barrios judíos en Marruecos. El primero fue creado enFez a mediados del siglo XV y el segundo en Marrakech un siglo después. Los judíos llegaron a ser decenas de miles en la ciudad, pero la fueron abandonando con la creación del estado de Israel. En los 80, partieron los últimos y ahora solo viven 3.000, algunos extranjeros, y casi ninguno en Mellah, repoblada con familias musulmanas pobres.
En uno de los rincones más destruidos del barrio, con dos o tres casas en escombros, una de las familias que vivía allí habla sentada entre las piedras. Por la noche, irán a dormir a la plaza Tinsmiths, en el mismo barrio, como la mayoría de vecinos y vecinas. Mina es la madre de familia y su hijo de 17 años está herido con sangre en las manos y con dolor en la espalda de levantar piedras para salvar vecinos. Otro niño de menos de dos años pasea por allí y también el abuelo, de 70 años. "Son muy pobres, mira que comen", señala Ridah, mostrando una pequeña mesilla con pan duro, aceite y olivas. "Aquí mismo murieron seis personas, dos niños pequeños de tres años entre ellos", explica Mina en el único momento que la cara se le descompone hacia el llanto.
"¿Miedo, de qué? ¡Si me estoy muriendo!"
Si la destrucción y el abandono son mayores en Mellah que en el resto de la ciudad, la indignación y la rabia también. Los vecinos han perdido el miedo a criticar el gobierno. "¿Miedo yo? ¿De qué? Si me estoy muriendo". Las palabras son de Adir, de 38 años, que trabaja en una riad, casa-hotel, del barrio que aunque está dañada, está abierta, y ahora vacía. Ayer, las primeras decenas de personas se manifestaron en la plaza Tinsmiths pidiendo respuestas institucionales y los vecinos muestran una indignación creciente por un abandono que es previo al terremoto.
"No es la primera vez. Con la pandemia, todos los comercios y el turismo cerrados durante dos años y ni una ayuda, 1.000 dirhams me dieron, que no son ni 100 euros", dice. Adir ha perdido su casa, como muestra con vídeos, y duerme con su hermana y sus sobrinos de 3 y 12 años. Los comercios de la calle donde se encuentra están, de nuevo, casi todos cerrados por el miedo a hundimientos de edificios muy estropeados. Los comerciantes que mantienen abierto, mucho menos que en la Medina, que mantiene su trasiego vibrante, todavía utilizan las bromas que conocen en castellano o inglés para atraer a los pocos turistas que quedan.
"Las autoridades solo vienen cuando sentimos el olor de muerte"
"Hoy han sacado dos cuerpos, las autoridades solo vienen cuando huele", dice Adir. Las autoridades han elevado ya la cifra total de muertos a 2.681, la mayoría en la región de Al-Hauz, en el Alto Atlas, mientras que en Marrakech las últimas actualizaciones la sitúan en 16. Viendo el estado de las calles y como todavía se encuentran cuerpos entre los escombros, la realidad puede ser mucho peor de lo que dicen las autoridades.
"Aquí las autoridades casi no han venido ni a recoger los cuerpos ni los escombros. En la Medina, han recogido más y también han echado a la gente que dormía en la calle hacia otros barrios para que los turistas no los vean", sentencia Adir, una de las voces con la ira que tantas veces precede la revuelta.