Trenes. Seguramente coges muchos en tu día a día. ¿Son, en apariencia, rincones de paz y de meditación, verdad? Te sientas y te pones a leer, a mirar el móvil o simplemente a descansar. Hay una excepción. Un tren que, antaño, lejos de transportar esperanzas y sueños, llevó dentro violencia, sangre y maldición. Te estoy hablando del tren maldito de las Tierras del Ebro. ¿Quieres descubrir este caso? Tienes dos maneras: escuchando el episodio correspondiente de Bona i misteriosa nit (el pódcast de misterios sobrenaturales de ElNacional.cat) o bien puedes leer mi crónica a continuación. Escojas la opción que escojas, déjame hacerte una advertencia antes de empezar: ve con cuidado con el próximo tren que cojas, porque, quizás, será el último...
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El misterio del tren maldito de las Tierras del Ebro
El año 1942 se inauguró en España la primera línea de ferrocarriles de la compañía Renfe: el tren del Val de Zafán. Pero lo que nadie podía sospechar entonces era que aquella línea de tren estaba maldita por la tragedia y la sangre de los hombres que, con trabajos forzados, la construyeron haciendo puentes y túneles a fuerza de dinamita pura por debajo de la sierra de Pàndols. Eso no es todo: hace pocos años, en aquellas tierras, tuvo lugar la cruenta Batalla del Ebro, que duró casi cuatro meses. En este trágico acontecimiento murieron más de 100.000 hombres entre los dos bandos, una cifra que llevó el periodista, escritor y cronista de guerra Ernest Hemingway a decir que "las aguas del Ebro bajaban rojas de sangre".
El proyecto de Renfe tenía como objetivo abrir una vía que fuera de las tierras secas de Aragón en las tierras húmedas del río Ebro hasta llegar al mar Mediterráneo, en la población marinera de Sant Carles de la Ràpita, pero la línea ferroviaria no llegó nunca hasta su final previsto. La línea del Val de Zafán hacía un recorrido de 130 km saliente de la población de Híjar, traspasaba tierras de Teruel y los Puertos de Beseit, en el Matarraña. Entraba en Catalunya pasando por debajo de la perforada sierra de Pàndols, en la Terra Alta, mediante una serie interminable de túneles, y acto seguido bajaba en paralelo al río Ebro hasta llegar a la estación término de Tortosa, al Baix Ebre. Y de aquí no pasó nunca el tren; aunque se habían allanado los terrenos para que siguiera la línea, el proyecto se detuvo en Tortosa. ¿Por qué no fue así? Nunca se supo, es un misterio... Pero si indagamos un poco, podemos llegar a concluir que esta línea de ferrocarril solo transportaba una cosa: la desgracia.
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Un tren violento que ni la naturaleza misma aceptaba
La línea de ferrocarril se construyó utilizando, como mano de obra, prisioneros de guerra republicanos, con sufrimientos, tragedias y mucha sangre humana derramada. Durante la Batalla del Ebro, el proyecto tuvo un tráfico intenso: se transportaban hasta 3.000 toneladas de material bélico diariamente. Era, sin ningún tipo de duda, un tren violento. La línea discurría por unos treinta túneles entre barrancos (unos 35 kilómetros que había entre Pinell de Brai y Prat de Compte).
Hubo un tiempo en que la línea del Vale de Zafán era temida por todo el mundo, porque, para empezar, se construyó sacrificando la sangre humana de los prisioneros de guerra. Los temores se incrementaron cuando, después de su inauguración, transportaba gente moribunda de la guerra, heridos, prisioneros torturados e incluso cadáveres de muertos repatriados hacia Aragón. Por eso era una línea estigmatizada, y por lo tanto, maldita.
El espíritu de la naturaleza de la sierra de Pàndols se resintió, y cuando empezaron las obras, de golpe, tanto la fuente de la Doncella, situada cerca del paraje de la Fontcalda, como otras fuentes de agua pura dejaron de brotar. La misma naturaleza se manifestaba en contra, pero el tren va siguiendo funcionando hasta llegar a la ciudad de Tortosa en septiembre de 1941.
Mientras la línea del Vale de Zafán estuvo funcionando, sin embargo, la naturaleza se quejaba y se producían accidentes de hundimientos de túneles y puentes, que eran puntualmente reparados. El proyecto continuaba adelante. Pero se produjo la desgracia definitiva que paralizó, para siempre, la construcción de la línea y la perpetuó como maldita.
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El accidente que perpetuó la maldición del tren
El accidente que acabó con todo se produjo el año 1968, cuando se produjeron dos desgracias consecutivas: primero se hundió un puente cerca de la población de Xerta y después cayó un túnel situado entre las poblaciones de Pinell de Brai y Prat de Compte. Esta fue la muerte técnica de la línea. Pero todavía hubo una desgracia más. Una muerte mucho más simbólica e inquietante. En el último viaje que se hizo con pasajeros el año 1968 hubo tormenta. Llovía a cántaros y la desgracia hizo que cayera un rayo al último vagón del tren, que era de madera. La maldición de la línea del Vale de Zafán se manifestó hasta el último viaje, el último día, en el último tren y en el último vagón.
Una vez el tren había desaparecido, entonces apareció "el espíritu del tren". Al caer la tarde, la gente que habitaba cerca de las vías, oía y veía pasar una especie de aparición humana montada encima de una vagoneta de los ferroviarios que viajaba por los raíles desde la población de Roquetes a Xerta. Este enigma particular de todo el caso tiene una resolución más mundana, por eso. Este espíritu era en realidad Joan Fabregat, un amigo del ferrocarril de Roquetes. El hombre se instaló bajo un puente de esta línea maldita y cada noche la recorría en vagoneta. ¿Por qué hizo todo eso? Su anhelo era convertir la tragedia del Vale de Zafán en una historia romántica, porque este falso espíritu del tren, nuestro amigo Joan, no quería que la línea del Vale de Zafán desapareciera para siempre. Sus actos, los más positivos de toda esta historia, ayudaron a convertir a la maldición en lo que es ahora, 50 años después del inicio del proyecto: ¡toda una leyenda!