Hoy se cumple el primer cumpleaños del incendio en una nave ocupada del barrio el Gorg de Badalona que puso fin en la vida de cuatro personas, de forma directa, y 25 heridas. El tiempo pasa rápido o lento, depende de cómo se mire.

Después de 365 días, las cosas continúan igual o peor: quienes sufrieron el incendio pero se salvaron, han reproducido la misma manera de vivir a otra banda y, durante este tiempo, se ha podido certificar la pobreza, sobre todo energética, que sufre una parte de la sociedad.

Emergencia social

El último ejemplo ha sido la muerte de una familia de cuatro, dos de ellos menores de edad, en una sucursal ocupada en la plaza Tetuán de Barcelona. La emergencia de la vivienda también es una evidencia. Actualmente, tan solo en la capital catalana, hay 105 locales comerciales ocupados por 481 personas, 156 de estas menores. También hay 86 asentamientos en barracas con 384 personas, 53 menores. Barcelona es la ciudad con más ocupaciones de todo el Estado español.

El caso de Badalona, con la perspectiva y el tratamiento informativo que requiere la problemática más allá del impacto y el interés mediático que tiene las primeras 24 horas, es un ejemplo gráfico de cómo se encalla la burocracia y se enquista el problema. Un equipo de Elnacional.cat ha podido convivir con ellos y captar la cotidianidad de los ocupantes para entender cómo se organizan, cómo se alimentan, cómo se calientan, en definitiva, como sobreviven.

Pero también es necesario situar los actores y la cronología de los hechos hasta llegar al primer cumpleaños. Este jueves, a las 10 h se celebra una plegaria en recuerdo en las víctimas ante la nave de la tragedia, en la calle Guifré número 590 de Badalona. A las 12 h se pintará un mural y, posteriormente, se celebrará una comida popular. A las 18 h, se ha organizado una concentración y una caminata por la rambla del Gorg organizada por Almas Quemadas y Justicia y Paz.

Dos nuevas naves sustituyen la quemada

Siguen alzando la voz porque continúan igual. Los ocupantes se han trasladado a dos naves nuevas: la de la calle Progrés, 164-166; y otra en la calle de Antoni Bori, 35. Volviendo a diciembre de 2020, primero fueron ubicados en hostales y otros espacios de servicios sociales.

Sin pasaporte de origen, quemado durante el incendio, y trámites pendientes como la tarjeta sanitaria, pidieron que se les alargara esta cobertura. Las ayudas excepcionales que aprobó el Govern de la Generalitat, consiguieron que pudieran quedarse durante medio año. Pero, finalmente, volvieron a la calle.

Desalojos programados

Y de la calle, a estas dos naves. Con respecto a la nave de la calle Progrés, el pasado 22 de julio, había un desalojo programado que pudieron detener con un informe de vulnerabilidad que el Ayuntamiento de Badalona, al frente del cual estaba entonces Xavier García Albiol, envió al juez. Pero, en paralelo, se abrió otro procedimiento para desalojarlos el pasado 22 de noviembre.

De momento, se ha detenido hasta el 13 de enero. Esta nave pertenece ahora a la Sareb. Con respecto a la de Antoni Bori, han decidido dejarles pasar el invierno y en verano que vayan fuera. Pertenece al Banc Sabadell y el barrio se está revalorizando con pisos de lujo al lado del mar, la capital catalana y un cambio profundo de toda la zona empezando por las obras de un canal de agua que la crisis económica frenó el proyecto durante 20 años.

Harun Zerbo, miembro de CNACAT, la Comunidad Negra Africana y Afrodescendente de Catalunya, lamenta que las cosas no se han arreglado y viven en situaciones todavía más indignas que el año pasado: "Hay 60 personas que vivieron aquel fuego y necesitan soluciones de urgencia. Muchos sufren lesiones graves de médula y otros no pueden ni andar". Son hombres y mujeres procedentes del Senegal, Gambia, Guinea Ecuatorial, Costa Marfil, Mali o Guinea-Conakri.

Zerbo recuerda que el informe de vulnerabilidad lo consiguieron gracias a la presión que hicieron al Ayuntamiento: "Con Albiol no me pude reunir directamente. Ahora, he hablado con el nuevo concejal de Junts, David Torrents". Pero desde el consistorio tan solo se comprometen a lo mismo que antes: un informe de vulnerabilidad que pueda parar el desahucio. La única diferencia es que el informe sería a nivel global y serviría para las personas que conviven en las dos naves.

Interrogantes pendientes de responder

El origen del fuego continúa bajo secreto de sumario: "Nos quedan muchas preguntas por responder. No nos dieron la información y no nos han comunicado nada nuevo, más allá del accidente inicial que nos vendieron". Hay que recordar que Albiol hizo pública una carta al juez que envió dos meses antes del incendio, pidiendo poder entrar en la nave para ver la situación. La ley no le permitía entrar. Se trataba de una propiedad privada. Y el entonces alcalde centró la gestión en la seguridad. Durante los últimos meses hubo varios controles en el exterior con la Guardia Urbana y el CNP.

Sobre la polémica sobre si el fuego se hubiera podido evitar, Albiol salió a defenderse: "Ni se ha cortado el suministro eléctrico ni el de agua en el edificio. Es un disparate, no tenemos competencia para hacerlo". El juez todavía no ha cerrado el caso.

El perfil de los ocupantes

Son hombres y mujeres los que viven aquí. Básicamente de África aunque también hay una persona de Brasil. Lo que sí se ha conseguido es controlar y alejar de las naves a los adolescentes que vivían allí para asegurarles un futuro un poco más digno. Además, en la de la calle Guifré convivían personas con culturas más diferentes: también había italianos o rumanos. El perfil de ahora es mayoritariamente africano, se dedican a la chatarra aunque también son músicos de calle, madereros o, incluso, repartidores de Glovo.

60 víctimas del incendio —vivían 200— ocupan ahora estas naves, pero tenemos que sumar más. Actualmente, en la del Progrés hay una setentena de personas repartidas en cerca de 200 metros cuadrados; en la de Antoni Bori, encontramos una treintena en un espacio de casi 80 metros cuadrados. Siguen pinchando la luz y el agua.

Para el frío, especialmente, utilizan el butano y han tratado de disminuir el peligro de repetir otro incendio: "Si enchufan muchas cosas a la vez, hemos preparado el dispositivo para que salte antes y les dé el aviso. Es la única cosa que podemos hacer. Al final, las mantas, se convierten en el mejor aliado", explica Zerbo.

"La cotidianidad" de las naves

Mustafá es el representante de Almas Quemadas, el colectivo de afectados por el incendio del Gorg. Nos responde a la pregunta que lleva por título este reportaje: ¿está igual o peor? Nos sorprende la respuesta: "Un poco mejor, al menos, ahora todos tenemos tarjeta sanitaria.

Remarca que no ocupan las naves "por gusto, sino porque no hay alternativa para evitar un frío imposible". Mustafá sufrió el trauma de vivir el incendio, pero sobrevivió porque estaba en la planta principal. Ahora, el próximo reto que se marcan es "pedir la regularización de todos los indocumentados y facilitar políticas de alquiler" que dignifiquen su vida.

En este reportaje, queremos ilustrar con fotografías y la explicación de cada una de ellas, cómo viven actualmente estas víctimas del incendio de la calle Guifré. Las imágenes son de las dos naves actuales y, con ellas, queremos captar el día a día de estas personas para entender la manera que tienen de sobrevivir y las condiciones en las que se encuentran. Son ellos los protagonistas y nos han dejado entrar, compartir su vida privada y sus espacios personales, para poder expresarse en primera persona más allá de instituciones, colectivos o políticos.

La nave industrial de la calle de Antoni Bori está ocupada desde 2019, muchos inquilinos tienen como método de transporte las bicicletas. En el caso de Matars Diol, la utiliza para ir a ver a algunos amigos que viven en otra nave ocupada a escasos minutos. / Foto: Carlos Baglietto.

La reforma de la nave avanza muy despacio, es difícil conseguir los materiales necesarios debido al coste. Mustafá ha podido construir una puerta para poder tener su habitación cerrada y así guardar con llave sus pertenencias. / Foto: Carlos Baglietto.

En la nave hay unas normas de convivencia que deben cumplirse para poder vivir, es uno de los pocos requisitos que deben respetarse. / Foto: Carlos Baglietto.

Maria (Izq.) y Hanna, se besan el día que se ha rodado el videoclip de la canción “Almas Kemadas”, el tema se ha grabado con finalidad humanitaria, se pretende recaudar dinero para ayudar a las víctimas del incendio de la nave del Gorg. / Foto: Carlos Baglietto.

En verano es difícil descansar por las grandes temperaturas que se acumulan en el interior del edificio. / Foto: Carlos Baglietto.

Tras la reforma, Matars Diol, de origen senegalés, disfruta de su casa. Comparte la habitación con un compañero de la nave, tienen una nevera dentro de la habitación para que nadie pueda sacarles la comida, también pueden disfrutar de la televisión y descansar en su cama. / Foto: Carlos Baglietto.

Un trabajador de Glovo descansa en la nave para poder seguir trabajando cuando se acerque la hora de la cena, incluso con trabajo hay gente que no puede permitirse una vivienda digna. / Foto: Carlos Baglietto.

Algunos fines de semana reciben la visita de Mumayara, una joven que vive en Badalona y juega en un equipo de baloncesto base. Matars, que mide aproximadamente dos metros, también ha jugado a baloncesto. Intentan demostrar quién tiene más habilidad con la pelota continuamente y no pueden evitar jugar una pequeña pachanga cuando se encuentran. / Foto: Carlos Baglietto.

Mustafá viene de Gambia, llegó a España hace 18 años y no ha podido conseguir sus papeles pese al arraigo social, busca incansablemente un contrato de trabajo que pueda ayudarle a conseguir los tan ansiados documentos. En el incendio de la nave perdió sus posesiones, incluido un bar donde muchas personas de la nave y cercanías se acercaban a comer y tomar algo. / Foto: Carlos Baglietto.

Nero se encarga de mantener el sitio limpio y ordenado: "No puedo vivir con desorden, mantener el espacio aseado ayuda a que fluya mejor la energía”. / Foto: Carlos Baglietto.

Mustafá también es albañil y músico, su nombre artístico es “Taph Wanda”, se gana la vida con el dinero que le da la gente cuando toca en las terrazas. Ahora disfruta de sus amistades en el parque de la Ciutadella. En el Paseo Lluís Companys, varios grupos de la comunidad africana tocan para el disfrute de los turistas. "Da más dinero tocar en la calle que recoger chatarra", explica Mustafá. / Foto: Carlos Baglietto.

Recoger chatarra es una de las ocupaciones principales de los inmigrantes de procedencia africana, en un día se pueden sacar tan solo 5 euros de media. / Foto: Carlos Baglietto.

Los domingos, y si el dinero lo permite, se organizan barbacoas en la entrada del edificio, se producen charlas que duran horas y hablan de los recuerdos de infancia. Es uno de los pocos momentos que se reagrupan, cada persona cuenta vivencias de su país natal, la gran mayoría son de Senegal, otros de Costa Rica o Gambia. / Foto: Carlos Baglietto.

Mamadou, de origen senegalés, es uno de los encargados de que todo funcione en la nave, desde que el banco ha pasado a ser el propietario con intención de derribar el edificio para construir nuevos pisos, se encuentran en la tesitura de si podrán seguir viviendo en su casa. / Foto: Carlos Baglietto.

 

Fotografía de portada: El mismo día que se ha grabado el videoclip de la canción “Almas Kemadas”, cuya finalidad es conseguir beneficios para ayudar a los afectados del incidente, también se ha puesto en marcha un plan, por parte de los inquilinos de la nave, para convertirla en un centro cívico y conseguir así la aceptación del ayuntamiento. / Foto: Carlos Baglietto