La fast fashion cada vez es más común en nuestra sociedad. Se trata de aquella ropa, normalmente fabricada por grandes multinacionales, que tiene un precio bajo y es de ínfima calidad, pero que consumimos impulsivamente a pesar de conocer su obsolescencia como buenos esclavos del capitalismo y la moda. El problema es que este tipo de consumo es totalmente inviable a largo plazo, ya que fabricar estas piezas supone gastar millones de litros de agua y materias primas y generar emisiones que perjudican gravemente el medio ambiente, para no hablar de las condiciones infrahumanas que suelen tener los trabajadores. Es por eso que la Unión Europea quiere acabar con la fast fashion y ya tiene entre manos algunas medidas que se aplicarán los próximos años.
La fecha que marca Europa es 2030. Para entonces, Bruselas quiere que sea obligatorio que todos los fabricantes de ropa tengan la obligación de alargar la vida útil de los productos y que cada pieza tenga que tener un porcentaje de material reciclado. A eso se le sumaría la disminución de las relaciones comerciales con Asia para impulsar la industria local, que disfrutaría de ventajas fiscales. De esta manera, la UE pretende que mejore el uso de los recursos y se reduzca la huella de carbono.
Los residuos: el ejemplo de Atacama
Además, también estudian prohibir la destrucción de ropa y que las compañías estén obligadas a justificar e informar de cuántas piezas se desprenden cada año. Hace meses se viralizaron unas impactantes imágenes del desierto de Atacama, en Chile, que golpearon el mundo. En ellas se veía como este paraje natural se ha convertido en auténtico vertedero de ropa. En este desierto hay kilómetros de pilas de prendas de ropa rechazadas por los Estados Unidos, Europa y Asia, una postal que representa a la perfección el consumismo en esta industria. Además, estos residuos emiten gases tóxicos mientras se descomponen. En esta línea, la UE tampoco quieren permitir que las empresas puedan exportar la ropa a otros países extracomunitarios para tirarla allí.
Por todo eso, la Unión Europea apuesta para que todas estas medidas vayan acompañadas de un cambio de mentalidad social que haga que los consumidores apuesten por ropa de más calidad y durabilidad y por la compra de segunda mano.