La Sagrada Família, la Pedrera, la Casa Batlló, las Rambles, la Boqueria, la estatua de Colón, Santa Maria del Mar, el Gòtic, el Born, el Parc de la Ciutadella, el Recinte Modernista de Sant Pau, el Park Güell, las fuentes de de Montjuïc, el Tibidabo, o incluso, el Camp Nou —entre muchos otros—, son lugares que nos obligan a levantar la vista para contemplar las maravillas de una ciudad que parecen no tener fin.

Una vista, que a menudo centramos al observar aquellos monumentos que se levantan ante nosotros, olvidando todo aquello que queda por debajo de la línea de nuestros ojos, pero que también existe. "El suelo de las ciudades representa nuestro tacto, el contacto directo, es la piel de las ciudades que tocamos cada día", relata Danae Esparza (Barcelona, 1982), doctora en Espacio Público y Regeneración Urbana por la Universitat de Barcelona, jefa de estudios del Grado en Diseño e innovación de Elisava y autora de Barcelona a ras de suelo (Ediciones UB).

Danae Esparza en el chaflán de la calle Aribau con Diputació, pavimentada con diferentes losetas / Foto: Sergi Alcàzar

La pavimentación del suelo, un elemento identificativo

El asfalto negro de París o la calzada portuguesa son dos tipologías de suelos diferentes que, con un solo vistazo, te transportan a las respectivas capitales. "La imagen o la fotografía mental que tenemos de muchas ciudades está formada por eso, por sus suelos", apunta la profesora, que explica cómo los pavimentos configuran en muchas ocasiones los paisajes y las fotografías mentales que nos hacemos de los municipios y ciudades que habitamos.

Esparza documentó por primera vez como la ciudad de Barcelona fue la primera en implementar el pavimento portugués después de Lisboa, "unas calzadas donde trabajaban los maestros calceteiros, personas que lo estudiaban y lo aplicaban como si fuera un arte". La autora relata como en Portugal, por ejemplo, se ha estudiado y divulgado esta pavimentación, porque "se lo han creído como parte de su patrimonio", un hecho que se puede repetir aquí, donde la loseta hidráulica se ha llegado a convertir en un icono de la ciudad.

La loseta de la flor se ha convertido en todo un icono de la ciudad / Foto: Sergi Alcàzar

Restaurantes, camisetas, tote bags, zapatos, elementos decorativos, incluso una tienda entera de souvenirs llegó a existir sólo con productos de la flor de la loseta. Y la lista continúa, ya que están presentes también en la pintura del suelo que ha introducido el ayuntamiento con el nuevo urbanismo táctico; en la piel de muchos que deciden tatuárselo; en lugares culturales como el vestíbulo del Romea o bien como carne de memes, por la anécdota de Rivera con media loseta en el debate de las elecciones generales de 2019, denunciando "la violencia" que se produjo en la capital catalana en respuesta a la sentencia del procés.

La presencia de las losetas, y sobre todo la de la flor, se ha convertido en algo reconocido y utilizado en todas partes, como un elemento identificativo que ocupa buena parte de la pavimentación de las calles del Eixample. Con esta y con otras losetas hidráulicas, la capital catalana ha conseguido crear todo un símbolo, un icono reconocido que transporta a cualquiera a la imagen de la Barcelona más modernista.

Foto: Sergi Alcàzar

Can Fanga, el origen de la pavimentación en Barcelona

Al principio del siglo XX se estaba urbanizando el Eixample con los trazados que indicaban por donde tenían que ir las calles, se colocaban los primeros bordillos, se plantaban los primeros árboles y se iniciaba la edificación. "Pero el pavimento no llegaba, el suelo era arena presionada por el tráfico que, cuando llovía, se convertía en un auténtico barrizal", señala Esparza, que apunta como los medios de la época se reían y hacían auténticas caricaturas.

Un ejemplo, es L'Esquella de la Torratxa, un diario satírico donde se publicaban todos los temas que preocupaban a la población. De esta edición, titulada La ciutat del fanch, surgió la expresión Can Fanga, una forma de llamar a los barceloneses que a día de hoy aún se mantiene viva en buena parte de la Catalunya interior y comarcas de Girona.

El título de esta edición fue 'La ciutat del fanch', hecho que dio nombre a la expresión de 'Can Fanga' (Brunet, L'Esquella de la Torratxa, 23-1-1903, nº. 1255) / Fuente: Ateneu Barcelonès. ARCA

En aquel momento, dice la autora, cada vecino pavimentaba los dos metros y medio que tenía delante de casa con el material que tenía de la obra de su edificio. El resto de acera —los dos metros y medio restantes—, se dejaban con arena para plantar árboles y dejar sitio a la electrificación, así como a los servicios subterráneos que se instalaban en las aceras y calles de la ciudad. "Cada vecino cubría estos 2,5 metros de acera con piedra natural o pidiendo un permiso para colocar otros materiales, como podían ser asfalto, cemento o baldosas de cerámica. En general, era un pavimento que daba continuidad al suelo de las entradas de vehículos de los edificios del Eixample".

Con este desbarajuste, hubo un momento en que había un mix de aceras hechas con diferentes materiales. "De aquí que las casas de mosaico hidráulico, los edificios que hacían estos pavimentos de colores y estas alfombras de las estancias modernistas, en sus catálogos empiecen a introducir unas piezas más económicas para las cocheras, para los terrados y para los accesos, sin color y antideslizantes", unos modelos que algunos empezaron a implementar en las aceras y que podrían ser el origen de las losetas barcelonesas.

El verdadero origen de los 'panots' o losetas hidráulicas

En 1891, la empresa de mosaicos hidráulicos Escofet publica el primer catálogo donde incorpora los tres modelos de losetas que a día de hoy siguen en uso y visibles en diferentes puntos de la ciudad.

Primer catálogo de Escofet, 1891 / Fuente: Escofet

"Por los expedientes, sabemos que el 1895 Jaime Escofet pidió al Ayuntamiento utilizar estos modelos en las aceras y que se hiciera de forma sistemática, sin tener que pedir permiso, que este fuera el material que se utilizara en vez de la piedra, que era más cara", explica la profesora, pero la petición le fue denegada.

En 1907, la Comisión de Ensanche presenta una subasta entre los diferentes industriales de Catalunya para buscar un material para estandarizar y acelerar la pavimentación del Eixample. Una subasta que acaba en 1908 y que da como resultado cinco modelos de losetas de cemento hidráulico de 4 cm de grosor, por 20 cm de ancho, que se empezarían a colocar un año después en las calles de la ciudad.

Los cinco modelos que salieron de la subasta de 1908, todavía hoy están presentes en muchas calles de Barcelona

Detalle de las cinco losetas subastadas en 1907. La loseta 4 pastillas (primera) y la de la flor (tercera) son las más utilizadas / Fuente: Archivo Municipal Contemporáneo de Barcelona

De los cinco modelos que surgen a la subasta, "se conservan de forma más estándar el de la flor y el de 4 pastillas" apunta Esparza, que detalla cómo "a partir del mismo 1908 ya sabemos que la calle Fontanella fue la primera calle donde se ensayó la pavimentación con la loseta, que en este caso fue con la de la flor."

¿Así pues, cuál es el origen de la loseta de la flor típica de Barcelona? Mucho se ha especulado sobre su origen, y muchos lo sitúan en la entrada de la Casa Amatller, obra de Josep Puig i Cadafalch. Pero la profesora lo tiene claro: "El origen está en estos industriales a los que se les propuso hacer los pavimentos hidráulicos". Y añade, "si entras en la Casa Amatller se ve un dibujo con un bajorrelieve, un pavimento hecho con bloques de piedra recortados donde se hacían las líneas para que el caballo no patinara y se dibujaba la flor con relieve".

La autora asegura que este no es el origen real, sino que "estamos hablando de otro material y de un dibujo hecho de forma diferente". Y dice: "¿Podría existir la posibilidad de que al industrial de la casa Escofet le hubiera gustado y lo utilizara como fuente de inspiración para presentar la propuesta a la subasta? Sí. Pero no hay ningún documento que así lo acredite", concluye.

Entrada de la Casa Amatller, donde se conservan las losetas en forma de flor hechas con piedra / Foto: Segi Alcàzar

Actualmente, la Guia de pavimentació del ayuntamiento recoge un total de ocho tipologías de losetas diferentes, donde la loseta de la flor y la de cuatro pastillas, son las más comunes. Encontramos también la loseta estriada, de 4 estrías, que se utiliza para señalizar el paso de peatones para los invidentes, y se destacan las losetas de Gaudí —hexagonales—, colocadas en el paseo de Gràcia o la loseta de la Diagonal, en la avenida que lleva ese nombre. La guía también recoge la loseta informativa, que sería la de la flor de color rojo que indica la presencia de rutas modernistas, y la loseta de botonadura, que es utilizada en salidas de parking y también en algunos pasos de peatones.

La octava tipología son las losetas de otros diseños tradicionales, utilizadas en menor medida, donde se encuentran las losetas de 4 círculos, la de calavera, la microestriada y la de 9 pastillas.

¿Es la loseta el pavimento ideal?

"Para Barcelona este ha sido el pavimento que ha funcionado y que nos ha permitido pavimentar el Eixample en diferentes momentos, creando una imagen unitaria", explica Esparza, que añade que "este es un pavimento que nos ha permitido hacer tareas de reparación, dando lugar a una ciudad con un nivel de urbanidad homogéneo y accesible". De hecho, la autora detalla que "Barcelona es una de las ciudades más accesibles del mundo, y eso lo ha garantizado este tipo de pavimento, así como otros elementos urbanos que han surgido a posteriori y que se han adaptado a este, como el vado de los pasos de peatones, donde cada pieza hace 40 cm para que encaje así con dos piezas de 20 cm; la equivalencia de dos losetas".

Barcelona es una de las ciudades más accesibles del mundo

En algunos puntos de la ciudad se pueden encontrar diferentes tipologías de losetas en una misma acera / Foto: Sergi Alcàzar

En el libro Barcelona a ras de suelo, Danae Esparza acaba haciendo referencia a la problemática de la sostenibilidad ambiental. "En los últimos años se están haciendo muchos experimentos para ver como las ciudades pueden ser más sostenibles, sobre todo con la capa del suelo, para determinar cómo recoger el agua de la lluvia y aprovecharla para el riego, por ejemplo".

El criterio del Ayuntamiento para colocar las losetas

Pere Malgrat, director del Departament d'Espai Urbà del Ayuntamiento de Barcelona, coincide con Esparza, y explica que las losetas que más se colocan a día de hoy en la ciudad son las de cuatro pastillas y la de la flor, donde esta última, dice, "ha acabado siendo la más colocada".

Malgrat apunta que cuando hacen obras, la loseta que se coloca es de la misma tipología que la existente que se repone, y añade que "la reposición de las losetas de las aceras es competencia de los diferentes Distritos municipales y del Departament de Model Urbà". Y ¿qué coste tiene cada loseta? "El precio de suministro de la loseta ronda los 9€/m2", que equivaldría a 0,36 € la loseta.

La loseta con la 'B' de Barcelona es una muestra de un tipo de loseta que no evolucionó / Foto: Sergi Alcàzar

Barcelona es una ciudad con una larga historia donde, por su suelo, han pasado losetas de lo más originales, como la de la imagen superior, que contenía la letra 'B' de Barcelona y que todavía se puede encontrar entre las calles Ganduxer y Maó.

Veremos cuál será el futuro del suelo urbano y de las losetas de la ciudad, pero lo que sí que se puede constatar, observando la gran cantidad de kilómetros cuadrados de aceras que tiene pavimentados Barcelona, es que a sus habitantes, ya se les puede retirar la etiqueta de ser los de Can Fanga.