La vida y la sociedad actual hacen que los jóvenes cada vez tarden más en tener hijos. La edad media de embarazo no para de subir año tras año y ya se situa en los 32 y eso, inevitablemente, comporta problemas de fertilidad y dificultades. Es por eso que cada vez más personas necesitan acudir a clínicas de reproducción asistida. Allí, fecundan embriones 'in vitro' que después se introducen en el útero de la mujer. Pero para hacerlo no sólo se fecunda un embrión, sino que se hacen varios por si hay que repetir el proceso o por si las parejas quieren volver a tener hijos más adelante. ¿Y qué pasa si después nadie los reclama? Pues que se convierten en "embriones sin destino".
Congelar y guardar los embriones tiene un coste de unos 200 euros anuales. La mayoría de parejas empiezan a pagar esta cuota, pero al cabo del tiempo lo dejan de hacer. Cada dos años las clínicas tienen que ponerse en contacto con los pacientes para renovar los consentimientos y si los pacientes no contestan, los embriones, según la ley, pasan a ser propiedad del banco. ¿Qué pasa entonces? Esta pregunta no tiene una respuesta concreta, ya que no hay una ley clara al respecto y genera un gran debate bioético. Según el Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica de la Sociedad Española de Fertilidad, ahora mismo hay más de 600.000 embriones sin destino en el Estado. Más de 600.000 casos llenos de dudas éticas y legales. Además, los centros de reproducción asistida tienen que asumir el coste y el trabajo de conservar estos embriones que se guardan clasificados por parejas dentro de tanques de nitrógeno.
¿Qué se hace ahora con los embriones?
Ahora mismo, cada paciente procede de diferente manera. Algunos los dan a otras parejas que lo necesitan, pero es difícil, ya que hay muchos obstáculos y requisitos legales. Por ejemplo, que los progenitores del embrión tienen que ser menores a 35 años. Otros centros los dan a la ciencia para que se hagan investigaciones, mientras algunos optan por la destrucción. Esta última opción genera un gran debate entre los especialistas en bioética, ya que la ley es ambigua y no habla de si se pueden destruir embriones humanos.
"Con la ley actual los centros no se atreven a destruirlos por miedo que los pacientes aparezcan dentro de unos años y los reclamen. Por eso siguen estando almacenados. Nadie sabe qué pasará con ellos", aseguran desde la asociación. Actualmente, el 17% de los embriones conservados en España están destinados a la investigación, el 18% a la destrucción y sólo el 5% de los embriones de los bancos son para donación o embrioadopción.
En estos momentos en el Estado uno de cada diez bebés es fruto de la reproducción asistida y todos los datos apuntan que el porcentaje irá creciendo en los próximos años. Es por eso que las clínicas piden desencallar y aclarar esta ley porque tienen los almacenajes llenos con el coste que eso les supone.