Todo el mundo anda a vueltas con ChatGPT, una herramienta que, aunque puede acabar convirtiéndose en mero entretenimiento si no se maneja con seriedad, dispone de un potencial disruptivo que hace, por ejemplo, que hasta Bill Gates se fije en ella. Sus creadores van a lanzar una versión de pago de la misma.

 

Por 20 dólares al mes

La versión de pago e la que ya trabajan los creadores del juguete global de las últimas semanas costará unos veinte dólares al mes según han anunciado ya los responsables de OpenAI. El lanzamiento no va a suponer que la versión gratuita desaparezca y, así, para animar a los usuarios a decidirse por l de pago, han detallado hasta tres ventajas que justificarían la contratación: quien pague la cuota, tendrá acceso preferente incluso en momentos de alta demanda, el texto que se solicita se entregará con más rapidez y, por último, tendrá libre acceso a una serie de “mejoras” que piensan introducir “en breve” pero que no se concretan. En sí, los muchachos de OpenAI han pergeñado una lanzamiento perfecto y similar, en su técnica, a lo que hacían las editoras de cromos no hace tantos años: te diriges a tu público objetivo (niños en aquel caso y gestores de websites que no saben escribir y tampoco están dispuestos a pagar a nadie para que lo haga en éste), les regalas una muestra de producto y, cuando has hecho que lo que vendes les encante, empiezas a cobrarles por ello.

 

Los datos son fundamentales

La Inteligencia Artificial, como dice Bill Gates, es una tecnología disruptiva, pero Chat GPT no deja de ser una versión mejorada de algo que funciona desde hace muchos años. El cambio deriva de una circunstancia, eso sí: ahora se pone al servicio de el que muchos pretenden sea el chatbot definitivo un sistema de autoaprendizaje que no es otra cosa que una base de datos que crece en cada interacción con un usuario. Al final, es lo de siempre: los sistemas de inteligencia artificial son más o menos válidos según es de amplio el volumen de datos que manejan.