El cierre de las nucleares está ya decidido y, con su clausura, desaparecerán miles de puestos de trabajo radicados, además, en comarcas en las que existen pocas alternativas laborales. Como las centrales térmicas, las nucleares se ubican en zonas alejadas de grandes núcleos de población en su mayoría. En el caso de las nucleares catalanas, el cierre comportará la desaparición de 3.000 puestos de trabajo. Así lo reconoce la Generalitat, que trabaja para atenuar el impacto a la economía de las Tierras del Ebro mediante el Fondo de Transición Nuclear. Los dos reactores nucleares de Ascó y el de Vandellòs entraron en funcionamiento, respectivamente, en 1984, 1986 y 1988.
Cierres en el 2030 y en el 2031
La previsión de cierre por parte del Consejo de Seguridad Nuclear de estas instalaciones está fijada para 2030 y 2031. Estas fechas superan la previsión de los 40 años de funcionamiento con que fueron diseñados los reactores. Este Fondo, creado el año 2020 con la Ley 5/2020, del 29 de abril, tiene una dotación de 24 millones de euros anuales y permite financiar acciones de desarrollo socioeconómico y de transición energética a en las zonas afectadas por el futuro cierre de las centrales. Los cierres, considera la Generalitat, afectarán de manera directa las comarcas del Priorat, el Baix Camp, la Terra Alta, la Ribera de Ebro y el Baix Ebre, que rodean las centrales nucleares de Ascó y Vandellós. De momento, la Generalitat no tiene nada concreto: desde el año pasado, trabajan en "identificar y priorizar proyectos” capaces de “generar empleo en la zona”. A su entender, y así lo han indicado repetidas veces, “las empresas que están en el territorio tienen que ser las primeras beneficiarias de este Fondo, que les tiene que permitir crecer y asumir nuevas inversiones". Desde los municipios afectados se contempla con inquietud los efectos que han tenido procesos de cierre similares como, por ejemplo, el de la minería del carbón.
Potencia de respaldo
El cierre comporta, además, un problema de momento irresoluble. Sin térmicas ni nucleares, España no dispondrá de más instalaciones de producción de energía capaces de ofrecer un suministro continuo que las centrales de ciclo combinado, que consumen gas importado. Según admite el propio Gobierno, la potencia de respaldo que dejarán de ofrecer las nucleares se cubrirá con nuevas centrales de gas. ¿Consumirán más gas importado o, de una vez, se conseguirá gracias al biogás –España dispone de un gran potencial de producción que no se aprovecha- que nuestro sistema energético sea menos dependiente?