La inflación, aunque en el global se mantiene por debajo del 5%, todavía es demasiado alta con respecto a los productos alimenticios. Esta situación golpea, especialmente, a los más jóvenes, que son los que disponen de menores ingresos. Así, y según un reciente estudio elaborado por To Good To Go, aplicación especializada en reaprovechamiento de alimentos, el 84% de los estudiantes de entre 18 y 25 años que viven solos admite que le falta dinero para poder comer bien a final de mes.
supermercado / Foto: Hobi industri / Unsplash
 

 

Alternativas

Esta situación impulsa a los jóvenes a identificar alternativas por cubrir sus necesidades básicas y, en este sentido, el 96% afirma haber tenido que cambiar sus hábitos de consumo de alimentos y, de estos, un 51% asegura prestar una atención mayor para evitar el despilfarro de estos. De esta manera, las generaciones jóvenes reconocen la necesidad de adoptar un enfoque responsable para preservar el medio ambiente y también cuidar su bolsillo. ¿Sin embargo, se refleja eso en su desperdicio? Aunque se trata de una tarea complicada, los esfuerzos están presentes y más del 50% asegura tirar|echar menos del 5% de la comida que compran. Esta tendencia a cuidar tanto el medio ambiente como la economía personal se ve reforzada por ciertos hábitos de compra. Así, un 68% se fija más en las promociones y descuentos, mientras que un 54% ha reducido la calidad de los alimentos que compra y un 35% ha disminuido la cantidad de comida.

Otras razones

La encuesta realizada a 1.700 estudiantes revela que el 63,6% vive con preocupación el futuro del planeta y la sostenibilidad. En este sentido abordar el desperdicio de alimentos es señalado para|por los jóvenes como una cuestión fundamental, pues 4 de cada 5 considera clave|clavo|llave afrontar este reto para garantizar un futuro más verde. Y es que, cuando|cuándo se tira comer, se malgastan todos los recursos naturales utilizados para su producción. Se malgasta el 24% del agua utilizada para producir alimentos, mientras que el 30% de la tierra cultivada se destina a productos que nunca se consumirán. Además, esta problemática representa incluso 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. El estudio también da luz sobre la percepción de los jóvenes ante las acciones por parte de los eslabones previos de la cadena alimenticia o las Administraciones públicas. El 80,6% de los estudiantes considera que Europa puede abordar el problema del cambio climático y el 56% cree que solo se conseguirá si se cuenta con una legislación y medidas que sean ambiciosas.

En cuanto a la actuación de los Gobiernos y las Administraciones públicas en materia de despilfarro de alimentos, el 74,3% considera que no están haciendo su parte y que se necesita más acción y compromiso de las administraciones. La realidad de los más jóvenes es esencial para entender el problema del desperdicio de alimentos y poder dar con soluciones a esta lacra mundial. Es fundamental la colaboración entre todas las partes que intervienen en la cadena de valor, desde el productor hasta el consumidor pasando por los distribuidores, la hostelería e incluso la Administración pública. Esta es la llave para poder alcanzar los objetivos de reducción de despilfarro alimentario. Si fomentamos la actuación colectiva y la unión de fuerzas conseguiremos avanzar hacia este objetivo de desperdicio cero", explica Marie Lindström, directora de Too Good To Go en España.