Con limitaciones legislativas de por medio o sin ellas, ahí siguen estando: son las llamadas spam y no desaparecen porque, aunque existan una regulación clara -y reciente- para ponerles coto, las mismas operadoras de telefonía, las empresas de seguros y las empresas de energía incumplen de manera reiterada la norma que dicen defender. La Ley General de Telecomunicaciones, cuya última reforma entró en vigor en junio, es, sin duda, la norma que menos se respeta. Se suponía, y así se vendió desde el Gobierno, que iba a poner fin a las llamadas comerciales indeseadas, pero no ha sido así. Con todo, existen estrategias para combatirlas.

Spam telefónico

 

Usa tu móvil con cabeza

Es, sin duda, la manera más eficaz. Una vez identificados los números desde los que se te llama, bloquéalos. A menudo, las empresas de marketing telefónico emplean diversos números, por lo que es difícil bloquearlos todos. Por eso, lo mejor es activar la utilidad de Detección de llamadas y spam que incorporan los móviles más modernos. Cuando te llegue una llamada de este tipo, límitate a no contestar y bloquéala. Desde la OCU, se aconseja también prestar atención a las opciones que se activan al rellenar formularios. En el caso de que nada de esto sirva, exige a quien te llame que se identifique y te explique cuándo autorizaste ese tipo de llamadas. Si no saben decírtelo, puedes denunciar.

Acoso telefónico

Este acoso, porque no es otra cosa, se puede combatir de diferentes maneras. La primera, que no suele funcionar, es apuntarse a la Lista Robinson, que bloquea teóricamente la posibilidad de que empresas con las que no has tenido relación comercial contacten contigo para ofrecerte sus servicios o productos. La realidad es que, como casi toda la población ha mantenido algún tipo de relación comercial con las empresas que emplean el marketing telefónico y alguna vez les ha facilitado sus datos, inscribirse en esas listas sirve de poco. Sin embargo, no está de más. ¿Podremos acabar con ellas 2024? Quién sabe.