Se llama Gautam Adani, es el magnate indio propietario de Adani Group, una empresa que tiene su origen en la logística marítima, es el mayor productor indio de carbón desde principios de la presente centuria y tiene en cartera un proyecto diseñado para ejecutarse en Marruecos que podría, si llega a buen puerto, servir para suministrar electricidad y combustibles libres de emisiones a Europa entera. La legislación marroquí, mucho más laxa que la de la UE, lo haría posible.
10 gigavatios
El plan de Adani, que además de en la India opera minas de carbón en Indonesia y Australia, es instalar en Marruecos plantas de generación eléctrica sólica y solar y combinarlas con instalaciones capaces de producir hidrógeno verde destinado a Europa. Las restricciones que lastran en Europa el desarrollo de las renovables no existen en Marruecos y el magnate indio está dispuesto a aprovechar la oportunidad para que, de nuevo, una desorientada Europa vuelva a depender de terceros en lo energético también tras la revolución verde. En total, se calcula que Adani Group podría llegar a instalar el país norteafricano hasta 10 Gigavatios de potencia en dos etapas: una primera con instalaciones capaces de producir hasta 5 gigavatios que se destinarían primordialmente al consumo local y otra destinada ya íntegramente a la exportación. De momento, el grupo indio está ya en conversaciones con la OCP, la empresa pública marroquí que se encarga de la explotación de los ricos yacimientos de fosfatos de Marruecos y el Sáhara.
¿Por qué el Magreb?
Como hidrógeno verde entendemos aquel que se produce a partir de energía generada por fuentes renovables y, ahí, África y Oriente Medio tienen muchas ventajas: sol y viento en abundancia y, lo más importante, menos trabas legales para impulsar proyectos de gran envergadura como los de Adani Group. Lo único que falla (o fallaba) es la disponibilidad de capitales pero, como en el fútbol, siempre hay un magnate indio dispuesto a pagar la factura y quedarse con los beneficios que le reportará servir energía abundante y barata a una Europa ávida que no es capaz de salir por sí misma del laberinto en el que nos hemos metido solos con legislaciones muy garantistas.