Con España –en concreto Puertollano- subida también al tren del acero ‘verde’ –el que se produce sin combustibles fósiles, el sector activa las alarmas: una tonelada de esta imprescindible aleación fabricada sin usar combustibles derivados del carbón o del petróleo cuesta 1000 euros más por tonelada. A las siderúrgicas no les salen los números.

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El hidrógeno encarece el proceso

La viabilidad económica a largo plazo del acero ‘verde’ frente al ‘gris’ – el convencional, producido con combustibles fósiles- es más que compleja. La alternativa pretendidamente sostenible cuesta 1072 dólares por cada tonelada y su viabilidad sólo sería posible mediante aranceles muy altos: tanto como de 500 euros por cada tonelada de dióxido de carbono generada en el proceso de producción. De momento, y sin que afecte al proyecto de Puertollano, las inversiones en acero ‘verde’ están estancadas. El hidrógeno verde reduce las emisiones en más de un 90%, pero sigue siendo un 50% más caro que otras soluciones a pesar de la disminución de costes prevista para finales de la década. Con una descarbonización completa, la siderurgia europea estaría abocada a la desaparición, ya que sólo sería viable con cuantiosas ayudas públicas o con aranceles a productos de fuera de la UE

CO2

Según la Asociación Mundial del Acero, las fábricas integradas, que comprenden altos hornos y acerías de oxígeno básico, emiten una media de 2,33 toneladas de CO2 por tonelada de acero bruto, mientras que las plantas eléctricas que trabajan con chatarra y gas natural en lugar de con hierro mineral sólo emiten 1,37 toneladas de CO2 por tonelada de acero bruto. Sólo el 7% de la producción mundial actual de acero procede de estas formas más limpias de fabricación.

En España, Arcelor Mittal -propietaria de la siderurgia integral de Veriña (Asturias) obtuvo una subvención gubernamental de 450 millones de euros para desarrollar una fabricación de acero basada en hidrógeno ecológico y con cero emisiones. Sin embargo, ya ha diluido estos planes, optando por retrasar el uso de hidrógeno verde en favor de gas fósil intensivo en carbono. La sostenibilidad llevada al límite no es rentable. De momento, la siderurgia convencional tiene futuro, según todo indica.