Los precios de la energía restan competitividad a la industria europea y, por eso, el corazón industrial de la UE (que no es otro que Alemania) plantea soluciones. En principio, la medida es sólo para la industria alemana electrointensiva, pero a largo plazo puede convertirse en una medida de alcance europeo. ¿Qué pretenden? Muy sencillo: topar el precio de la energía.

 
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¿Contra quién competimos?

Europa, a la hora de mantener su potencial industrial, no compite ni con China ni con el Sudeste Asiático: compite con Estados Unidos, que acaba de aprobar una norma que premia a las empresas industriales que se instalen en suelo norteamericano. Así, y para competir una competencia que, al menos en la UE, se considera desleal porque se fundamenta en energía barata gracias a regulaciones ambientales más laxas e incentivos económicos; el Gobierno alemán mueve ficha y propone una tarifa especial para las industrias radicadas en Alemania que más energía consumen. Cada kWh no costará más de seis céntimos y cada MWh saldrá por unos 60 euros. En España, y más en concreto desde el sector nuclear, se propuso en 2021 algo similar, pero el Gobierno lo rechazó. Tras ese rechazo, industrias electrointensivas como Alcoa experimentaron notables crisis que se acabaron solucionando con interrupciones de la actividad. La propuesta alemana contempla que si finalmente se establece el tope, lo que reste hasta cubrir el precio real de la electricidad que se consuma lo pagará el Estado.

Medida europea

El Gobierno alemán plantea que si la medida funciona allí se aplique también en el resto de la UE. Para beneficiarse de ellas hará falta cumplir unos requisitos: que quien pide beneficiarse sea una industria electrointensiva o, en su defecto, que promueva procesos vinculados a la revolución verde o, también que la empresa se comprometa a dos cosas: no deslocalizar y reducir emisiones a partir de 2045. En definitiva: proteccionismo pero, eso sí, con contrapartidas ecológicas.