Según el calendario de cierres de nucleares acordado en 2019 entre el Gobierno y las eléctricas, la primera en desconectarse será Almaraz I, pero antes de eso veremos el desmantelamiento en tres fases de Santa María de Garoña, central nuclear desacoplada de la red en 2012 y cerrada definitiva e irrevocablemente desde que en 2017 el Gobierno denegó la autorización de continuidad que se solicitaron las propietarias, Endesa y Iberdrola. Ahora, y hasta 2033, se acomete su desmantelamiento.

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Aprobado en julio

La orden ministerial que autoriza el inicio de las labores de desmantelamiento se cursó en julio y autorizó también el traspaso de la titularidad entre Nuclenor (empresa propietaria participada por Endesa e Iberdrola) a Enresa, la compañía pública responsable del desmantelamiento. Los trabajos incluidos en este se desarrollarán en dos fases, están presupuestados en 475 millones de euros y necesitarán de la participación de hasta 350 profesionales.

Dos fases

En la Fase 1 (2023-2026) de los trabajos se desmontarán los sistemas, estructuras y componentes del edificio de turbina, y se acometerán las modificaciones de sistemas e instalaciones necesarias para la gestión de los residuos resultantes. A la vez, se evacuará el combustible gastado desde la piscina hasta el Almacén Temporal Individualizado de la central. Posteriormente, en la Fase 2 (2027-2033 y ya con el combustible en el Almacén Temporal Individualizado) se abordará el desmantelamiento final de los edificios de carácter radiológico, continuando con las descontaminaciones, desclasificaciones y demoliciones, para concluir con la restauración del emplazamiento.

¿Tienen futuro las nucleares en España?

Garoña, por supuesto, ya no; pero las otras siete, en función de cómo acabe el sainete que se supone debe dotar al país de un nuevo gobierno, podrían tenerlo. El PP ha indicado ya que su intención pasa por revertir el plan de cierres y desde Foro Nuclear se indica que “aún se está a tiempo”. Con todo, serán las eléctricas quienes tengan la última palabra, pero analistas energéticos como Luis Villar advertían en mayo pasado de que cualquier cambio será complejo.