El reciente cambio de postura del Gobierno acerca del Sáhara –reconociendo la soberanía marroquí sobre este territorio antaño español y abandonado de cualquier manera a mediados de los 70- han tensionado las relaciones con Argelia, pero la magnitud del desencuentro no llega ni de lejos a los niveles de la crisis abierta con Argentina al hilo de la incontinencia verbal de algún ministro. ¿Por qué? Pues porque el gobierno argelino, pese a que le moleste mucho el reposicionamiento español sobre el Sáhara, sabe que el Ejecutivo de Sánchez le ha preparado un regalo que no tardará en recoger: Argelia, gran productor de gas, será la gran beneficiada de la decisión política y económicamente inadecuada –así lo denuncian organizaciones como Econucleares- que acabará en 2035 con la industria española de producción eléctrica nuclear.

 

Potencia de respaldo

Con el cierre, el sistema energético español seguirá necesitando potencia de respaldo, que no es otra que la que garantiza el suministro cuando los sistemas renovables no producen energía y no se dispone de instalaciones de almacenamiento suficientes. La alternativa, y desde Econucleares llevan meses advirtiéndolo, no será otra que las centrales de gas. De esta circunstancia son conocedores en Argelia y, por eso, su reacción a los últimos movimientos del Gobierno Español sobre el Magreb no es tan airada como sería de esperar.

 

A la espera

Y es que el Gobierno del país magrebí lo tiene claro. Tanto que el ministro argelino de Energía y Minas, Mohamed Arkab, parecía dar la razón a Econucleares hace pocas semanas: para Arkab, el gas es un “elemento esencial para la transición energética”. Argelia, rica en gas y muy bien posicionada como proveedor para Europa desde que estalló la Guerra de Ucrania, tiene un objetivo. Lo anunció, de hecho, en el Foro de Jefes de Países Exportadores de Gas (FPEG) que se celebró a finales de febrero en Argel: su intención es “crear un espacio” para “preservar el gas natural como combustible poco contaminante y necesario en la transición energética”. ¿Por qué es necesario? Pues porque sin previsión de construir sistemas de bombeo hidráulico suficientes como para que el mix energético funcione sólo con renovables, sin centrales térmicas ya y con las centrales nucleares sentenciadas, países como España no tienen otra alternativa que las centrales de gas para disponer de garantía de suministro continuado. Y ahí llegará el momento de Argelia. Hoy, de hecho, es ya un proveedor clave, pero lo será más aún. Y no ya por nuestra condición de potencia regasifigadora y redistribuidora que abastece a toda Europa, si no por necesidad propia. En Argelia, por cierto, han advertido ya al Gobierno que no tolerarán que ni un sólo metro cúbico más de su gas acabe en Marruecos, que es uno de los principales receptores de las exportaciones gasistas españolas.

Proveedor seguro

En Argelia, uno de los países más estables y europeizados del mundo árabe saben bien que, de todas las alternativas que tiene España para abastecerse de gas, la suya es una de las mejores. Disponen, además, de la reserva de gas más grande de África, que es también la cuarta del mundo y se ubica en la región de Hasi R’Mel. El gas, aunque emite menos CO2 al arder que el carbón o el petróleo, no deja, explican desde Econuclerares, "de ser un combustible fósil". ¿Qué sucederá entonces, si se cierran las nucleares? "Pagaremos la electricidad más cara y dependeremos de terceros", advierte Econuclerares. Argelia, maltratada por el Gobierno de Pedro Sánchez, quizá trate entonces de cobrarse la deuda. Y, sí, será en euros. El cambio, sin duda, es beneficioso para Argelia: que España dependa energéticamente de su gas –y eso va a pasar- hace que el Sáhara y nuestros posicionamientos tengan para ellos un interés relativo que no va más allá de la imprescindible escenificación. La partida verdadera, se juega dentro de once años.