Si pensabas que el Metaverso de Mark Zuckerberg pasará a la historia como otros grandes fracasos industriales y tecnológicos como, por ejemplo, la Cherry Coke o Google +, igual te equivocas: el BBVA ha decidido activar un proyecto para “explorar el potencial” del Metaverso zuckerbergiano para articular las relaciones entre empleados y clientes de una manera "más cómoda y eficiente", dicen ellos.

 

Sala de reuniones inmersiva

Los informáticos del BBVA han creado lo que denominan “sala de reuniones inmersiva de apariencia hiperrealista” para, explican, “exponer casos de uso y necesidades de negocio”. De hecho, hasta han diseñado una versión virtual del edificio Vela, su sede en Madrid.

Relación con el cliente

El banco pretende convertir el metaverso “en una herramienta de utilidad” que permita “diseñar productos y servicios para el cliente”. No es la primera vez, además, que se embarcan en algo así: en marzo pasado presentaron un espacio virtual de interacción accsible a través de gafas de realidad virtual en la feria South Summit.

¿De verdad hace falta?

BBVA se embarca así en una tendencia, la de articular la interacción entre gestores y clientes a través de herramientas virtuales, que está llevando a la práctica desaparición de la red de oficinas con las que las diferentes entidades financieras ponían sus servicios a disposición de toda la población. Hoy, con la mayoría de poblaciones con tamaño inferior a 2.000 habitantes sin, en muchos casos, ni siquiera cajeros automáticos o, en su defecto, con oficinas que sólo abren un par de días a la semana, se acentúa la brecha entre entornos urbanos y rurales pese a las medidas con las que los gobiernos dicen querer combatir la despoblación.

Otra cuestión, por supuesto, es la que tiene que ver con la población más mayor, que no puede, por desconocimiento, o no quiere, por elección, relacionarse con sus gestores bancarios a través de herramientas como gafas de realidad virtual. Según las normativas de consumo, los clientes tienen derecho a relacionarse con su proveedores a través del canal que prefieran, cabe recordar. Antes, cada banco tenía en cada pueblo de más de 2.000 vecinos una oficina que daba empleo a un par de personas. Hoy, de eso, no queda nada: a lo sumo, oficinas móviles que, visto lo visto, acarrearán en breve gafas VR para calzárselas a tu padre o al mío. Esperemos que no sean parecidas esas que ha creado el fundador de Oculus.