George Orwell imaginó un mundo sin privacidad en la novela 1984, en el cual todos los individuos vivían bajo la vigilancia constante de un régimen totalitario que controlaba absolutamente todos los aspectos de la vida social. Este modelo de sociedad orwelliana, inspirada por los regímenes totalitarios de la primera mitad del siglo XX, servía para establecer una autoridad política sobre la población, todo para preservar una causa nacional. Más allá de la ficción y a día de hoy, en plena evolución tecnológica y aumento del número de smartphones, ha aparecido una forma de control que podría provocar una pérdida de privacidad y libertades. Una especie de Gran Hermano que todo lo ve y todo lo sabe.

Los teléfonos inteligentes han cambiado la vida de millones de personas a escala global, abriendo nuevas posibilidades de comunicación y facilitando la vida diaria, pero también han supuesto algunos aspectos negativos, como la pérdida de privacidad del usuario. Ahora, las compañías telefónicas y en general la mayoría de marcas pueden saber más de nosotros, gracias a la tecnología que ofrece el big data, tal como ha demostrado la concejalía de Turismo y Empresa de Barcelona con el proyecto piloto para el control de flujos de visitantes en torno a la Sagrada Familia.

¿Qué es el big data?

Antes de nada, conviene entender qué es el big data. A grandes rasgos, se define como el conjunto de herramientas que ofrece la tecnología para el tratamiento, administración y gestión de grandes cantidades de datos. En nuestra vida cotidiana, eso implica que los usuarios con smartphones, y cualquier otro aparato conectado a Internet, generen grandes cantidades de información sobre los hábitos diarios.

No se trata únicamente de lo que buscamos en las webs, su alcance va mucho más allá: las grandes empresas de la tecnología -como Google o Apple- saben la edad y el sexo de los usuarios gracias a los intereses expresados en las buscas, también pueden conocer cuándo y dónde realizan sus desplazamientos. Entre otras funciones, a través de los metadatos también se pueden conocer el lugar de residencia, los miembros que tiene una familia... todo a partir de la ubicación geográfica que rastrean continuamente, tal como advierten asociaciones como Autoprotección Digital contra la Vigilancia.

El control a los visitantes de la Sagrada Familia

El concejal de Turismo y Empresa, Agustí Colom, presentó el miércoles pasado a la Smart City Expo 2016 los primeros resultados de un proyecto piloto para controlar los flujos de turistas en el entorno de la Sagrada Familia. Durante cuatro semanas de julio, se monitorizaron los desplazamientos en torno al templo mediante sensores Wi-Fi, GSM (red móvil) y cámaras 3D. La finalidad de esta iniciativa, realizada por Eurecat y la Fundación Mobile World Capital Barcelona, es obtener información para la planificación de los servicios públicos de la zona. Con todo, el proyecto puede saber los tiempos que dedican los visitantes a la zona, si llegan a entrar en el templo, la nacionalidad de los turistas, entre otros datos relevantes.

De hecho, el sistema es tan complejo que incluso permite identificar qué personas son visitantes y cuáles no. ¿Y cómo lo hacen? Mediante un algoritmo que descarta aquellas personas que transitan por la zona durante menos de diez minutos y aquellos la atraviesan reiteradamente durante más de siete días.

 

Estos son los puestos de control Wi-Fi y GSM y las cámaras 3D instalados en el entorno de la Sagrada Familia.

La procedencia de los visitantes

Con respecto al perfil del volumen total de personas detectadas en la zona, donde no se ha hecho distinción entre turistas y residentes, un 24% son de procedencia extranjera, siendo Francia, Italia y Reino Unido los principales orígenes detectados. Con respecto a las procedencias estatales, excluida la provincia de Barcelona, Madrid encabeza el número de visitantes, con un 36,7%, seguido de dos provincias catalanas, Tarragona (10%), Girona (7,7%), y Valencia (5,4%).

El tiempo y el acceso de los visitantes

Los datos sobre el área monitorizada revelan que una mayoría, un 80% de los turistas, hace una visita fugaz en la zona del templo, concretamente de menos de 100 minutos. El 20% restante hace una visita más larga, porque acceden al interior de la basílica. Con respecto a las horas punta, el estudio muestra que las horas de más afluencia son entre las 10 y las 12 de la mañana, con un patrón muy similar a lo largo de la semana.

El alto nivel de concreción del análisis permite, a través de las cámaras 3D, determinar el flujo de personas en los accesos del metro. Se aprecia que los turistas no tienen el mismo comportamiento en las entradas y salidas de cada punto de acceso del metro de Sagrada Familia, siendo Provença-Sardenya el más utilizado.

El estudio, que suscita información precisa sobre los visitantes, permitirá muy pronto implementar cambios en la movilidad, la señalización e incluso campañas específicas. También servirá para planificar aspectos relativos al templo, como los horarios de apertura, o adecuar el transporte público a las necesidades de la zona.

Se trata de una serie de mejoras que sin duda perfeccionarán la experiencia de la visita al entorno y el interior del templo, pero a un precio muy alto: la vigilancia y el rastreo constante, el acceso a los datos personales y el reconocimiento de nuestros hábitos diarios están, en cierta medida, una pérdida de libertades. ¿Cómo lo vería Orwell? ¿Vamos hacia una sociedad ultravigilada? En el próximos años, los avances tecnológicos y el modelo de cesión y gestión de nuestros datos serán una pieza clave para saber donde nos dirigimos.