La Robla, villa leonesa de unos 3.600 habitantes que llegó a tener cerca de 6.000 a principios de los 80, es famosa, principalmente, por dos cosas: dar nombre al tren que todavía hoy une Bilbao y León y que se construyó para conectar las siderurgias vizcaínas con las cuencas carboníferas palentina y leonesa y acoger una de las térmicas más importantes del norte de España y el lavadero de carbón más grande del país en los años 80. Hoy, de las tres infraestructuras sólo subsiste la línea ferroviaria convertida en algo muy diferente: un precario cercanías y un tren de lujo. Ahora; y para superar la el drama de los cierres que, uno tras otro, han azotado una comarca en la que ya sólo queda una gran empresa (la fábrica de cementos de Corporación Masaveu); la localidad va a impulsar un proyecto, la Robla Green que permitirá que los roblanos sigan haciendo lo que siempre ha hecho: producir energía. Lo harán, eso sí, de otra manera.

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A partir de 2026

La Robla Green incluye dos instalaciones: una planta de biomasa con sistemas de captura y almacenamiento de CO2 que ya ha sido bautizada como Roblum y una fábrica de metanol verde bautizada como La Robla Nueva Energía. Tres compañías (Reolum, Tresca Ingeniería e Incus Capital) son las que han activado el proyecto. En la planta de biomasa se quemará paja de maíz (la provincia de León es la que mayor volumen de esta gramínea produce en toda Europa), y residuos procedentes de otros cultivos como en centeno y la colza. El CO2 de origen no fósil que se generará con la combustión de estos residuos permitirá mediante electrólisis producir hidrógeno verde que se transformará en e-metanol, un combustible de nueva generación neutro en emisiones, no contaminante y capaz de mantenerse en esta líquido a temperatura ambiente. El e-metanol permitirá ayudar, explican los promotores del proyecto, “a descarbonizar el sector de la industria química y el del transporte”, ya que se consumirá en estos dos ámbitos.

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440 millones de inversión

La ejecución del proyecto implica una inversión de 440 millones de euros. De ellos, 175 permitirán construir la planta de biomasa y 264 la de e-metanol. Las obras comenzarán en 2024 y emplearán a unos 450 operarios. Después, cuando las instalaciones funcionen, se crearán 100 empleos directos y otros 90 asociados a la producción de biomasa. Comparados con los más de 1.200 que, de media, tenía la Hullera Vasco Leonesa –la empresa minera que operaba en la cuenca y que promovió la fábrica de cemento, la térmica y el lavadero del que antes hablábamos- son pocos, pero servirán a la cuenca de Ciñera-Matallana ys sus dos principales poblaciones (La Robla y la Pola de Gordón) para escapar al triste destino que dejaron desmantelamientos como los que padecieron Guardo y Barruelo en Palencia o Villablino y Sabero en León.