Hasta que llega el mes enero, el invierno se queda sólo en chiste sin gracia pero, justo después de Navidades, puede llegar a convertirse en una jugarreta o broma pesada si, por ejemplo, la calefacción de tu coche no funciona como es debido. Hoy, queremos darte unos cuantos consejos de esos que siempre se agradecen: te explicaremos cómo asegurarte de que la calefacción de tu compañero de cuatro ruedas funcione siempre de manera excelente.

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¿Con qué te calienta?

Para saber por qué algo falla, lo primero es siempre conoce como funciona. Así, y por tanto, es imprescindible que entiendas cómo y con qué calefacta tu coche el habitáculo en el que viajas: lo hace con el calor que desprende el motor. ¿Verdad que ahora lo entiendes? Seguro que sí, porque la conclusión es sencilla: la calefacción de tu coche sólo funcionará en condiciones cuando el motor del vehículo haya cogido suficiente temperatura. Y eso implica que, hasta que no hayas recorrido cierta distancia, pasarás algo de frío.

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¿Cómo usarla correctamente?

Lo mejor, siempre, es esperar un rato para ponerla en marcha ya que, si la enciendes nada más entrar al habitáculo, te encontrarás con una desagradable sorpresa: el aire que saldrá por las toberas estará frío y será peor el remedio que la enfermedad. Espera, por tanto, a que la temperatura del motor alcance, por lo menos, los 40 grados. Cuando eso suceda, has que el ventilador gire a máxima potencia y expanda el aire caliente por el habitáculo. Ni se te ocurra, por supuesto, conectar el aire acondicionado: no aporta nada y hace que consumas más combustible. Y, si has de escoger, haz que el aire se diria a las zonas bajas del coche. Así, además de lograr sentir una agradable sensación en tus, a buen seguro, helados pies, concentrarás el calor en las partes inferiores del habitáculo para que, por simples leyes físicas, llene rápidamente el espacio.

Confía en el climatizador

Si tu coche tiene climatizador, todo lo que te hemos explicado sirve de poco, porque el sistma pensará y trabajará por ti. Simplemente, tendrás que escoger la temperatura que más a gusto te haga sentir y dejar que funcione. Eso sí, permítenos un consejo: calefacta siempre el coche a una temperatura que te permita conducir sin abrigo ni guantes, ya que ganarás en seguridad, pues las prendas de abrigo limitan los movimientos. Lo que está en juego es tu vida.