Es un goteo constante: primero Estados Unidos, luego Francia, después Japón, a continuación Polonia y, ahora, también Canadá. En la provincia de Ontario van a instalar cuatro nuevos reactores nucleares para satisfacer sus necesidades eléctricas. El gobierno canadiense, como la Comisión Europea, considera que los sistemas nucleares de producción de electricidad son una herramienta excepcional para completar la revolución energética.

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Reactores modulares

De los cuatro reactores nuevos previstos, tres son de pequeño tamaño y modulares y uno, de gran envergadura. Los tres primeros se instalarán en una planta que funciona ya en Darlington, cerca de Toronto, y el cuarto obliga a construir una nueva central en Kincardine, a orillas del lago Hurón y a medio camino de Toronto y la estadounidense ciudad de Detroit. Los reactores modulares previstos generarán 300 megavatios cada uno y se suman a los cuatro reactores clásicos que ya funcionan en Darlington y generan 3.512 megavatios.

La central nueva prevista en Kincardine se construirá junto a las dos (con cuatro reactores cada una) que ya funcionan en la zona. Con el nuevo reactor, se producirán 4.800 megavatios al año que se suman a los 6.550 que ya producen las dos plantas activas en la zona. El anuncio es paralelo a los acuerdos que el gobierno canadiense ha firmado con Volkswagen y Stellantis para que construyan en Ontario dos fábricas de baterías similares a la planta prevista en Puerto de Sagunto.

¿Y en España?

En España todo depende de qué se decida el 23 de julio. El PSOE, por boca de Teresa Ribera, ya ha mostrado repetidas veces su intención de convertir España en un país libre de nucleares como Alemania y el PP, que va por delante en las encuestas, defiende justo lo contrario. Quedan quince días para ver qué sucede.