Del carbón activo cuentan que es, prácticamente como la piedra filosofal: desintoxica, blanquea los dientes y esta hasta útil en casos de envenenamiento, pero su uso también implica riesgos notables que conviene conocer para no experimentar problemas de salud por utilizarlo.
No siempre es beneficioso para la salud
El cuerpo dispone ya de mecanismos propios para eliminar toxinas, ya que el hígado y los riñones sirven precisamente para eso. Utilizar a modo de suplemento el carbón activo no es mala idea, pero abusar de él puede bloquear la absorción de determinados nutrientes. Incluso, puede provocar que determinados medicamentos dejen de ser eficaces, ya que el carbón activo impide la absorción de la sustancias que constituyen el principio activo de los mismos.
La ‘adsorción’: una propiedad singular
El carbón activo tiene una propiedad –la condición de material adsorbente- que posibilita múltiples usos. La adsorción –que no la absorción- es la propiedad que tiene un sólido de de adherir a sus paredes una molécula que fluye, se le llama “adsorción”. Al sólido se le llama adsorbente y a la molécula, adsorbato. El carbón activo es ‘adsorbente’ y, por esa razón, sirve para depurar líquidos, eliminar toxinas de la piel o hasta del interior del estómago de un ser vivo y, también, para eliminar suciedad acumulada en superficies como, por ejemplo, el esmalte de los dientes.
No discrimina
El carbón activo tiene propiedades adsorbentes porque es una sustancia extraordinariamente porosa que capta y retiene todo tipo de sustancias, pero su problema principal es que no discrimina. Un uso puntual nos ayudará a que la digestión sea más ligera, pero el abuso puede complicarnos mucho la vida. Emplearlo para blanquear los dientes es una muy mala idea: se como la suciedad, pero también se come el esmalte. El remedio es, en este caso, peor que la enfermedad.