Mientras que en Alemania se desmantelan aerogeneradores para explotar capas de carbón a cielo abierto, en Inglaterra todo está a punto para poner en marcha la mina más moderna de Europa, y en España ya sólo nos queda un pozo vertical en explotación, científicos estadounidenses identifican un nuevo uso para esa honesta y económica fuente de energía que es el carbón: convertirlo en batería geológica de hidrógeno.
 

 

Desde la Penn State University

No podía ser otra: la Penn State University; que es el centro universitario de referencia de la Coal Region, el territorio del noreste de Pennsylvania que almacena los mayores depósitos de antracita (siete billones de toneladas) del mundo; acaba de identificar una nueva capacidad en el carbón. Esta no es otra que emplearla como baterá geológica: “se puede inyectar y almacenar energía del hidrógeno en el carbón y usarla cuando haga falta”, explica Shimin Liu, profesor asociado de ingeniería energética y mineral de la Penn State.

En formaciones geológicas

El almacenamieto de hidrógeno podría llevarse a cabo, explican desde la Penn State, en formaciones geológicas carboníferas para satisfacer picos de demanda. Desde la Penn State, así lo indica el profesor Liu, se valora como especialmente interesante al carbón por el elevado grado de conocimiento de su estructura que se atesora en Occidente. “llevamos siglos estudiándolo y más de cincuenta años produciendo comercialmente gas a partir de él. El carbón es idóneo para almacenar hidrógeno”, explica.

De momento, han ensayado ya la experiencia en ocho yacimientos estadounidenses. El carbón bituminoso de baja volatilidad del este de Virginia y la antracita del este de Pennsylvania son los que mejores capacidades muestran. La disponibilidad del recurso (los yacimientos carboníferos son numerosos tanto en Estados Unidos como en Europa) hace que el carbón sea todavía más interesante: “supera a otras formaciones geológicas en capacidad, es abundante y, además, los yacimientos están cerca de áreas pobladas. Se suele considerar que el carbón como una roca, pero en realidad es un polímero con alto contenido en carbono y muchos poros pequeños que pueden almacenar gas. Es como una esponja que puede contener muchas más moléculas de hidrógeno que otros materiales cuya base no es el carbono”, explican desde la Penn State. ¿Empezamos ya de una vez a volver a convertir las decenas de minas cerradas que jalonan la península ibérica en algo productivo? Desde Pennsylvania nos están explicando cómo.