Si eres de los que piensan que el carbón ya no sirve para nada, estás muy equivocado. Si bien es cierto que su uso principal de las últimas décadas –producir energía- está en retroceso (habrá que ver en qué quedan experiencias como la activada en Japón, con todo) este recurso mineral es útil para mucho más. Como el petróleo, permite producir diferentes compuestos y, tanto es así, que existe un subsector de la industria química básica denominado carboquímica que, por ejemplo, permite obtener productos tales como brea, naftalina, alquitrán, aceites técnicos, fenoles, coque y, también, gases que se emplean para producir amoníaco, metanol, fibras sintéticas y hasta plásticos. Ahora, y gracias a un estudio llevado a cabo en Estados Unidos, se ha descubierto que también puede desempeñar un papel clave para producir los dispositivos electrónicos del futuro.
Discos nanométricos
Este equipo de investigadores acaba de demostrar cómo se pueden fabricar de manera rentable y a partir del carbón mineral discos de carbono nanométricos que se conectan para formar membranas tan finas como el grosor de un átomo, algo que resulta especialmente útil en un momento en el que los fabricantes de dispositivos electrónicos pugnan por conseguir productos cada vez más pequeños, rápidos y eficientes, ya que cualquier dispositivo que utilice aislantes ultrafinos con grosores no superiores al de uno o dos átomos como máximo funcionaría más rápido y consumiría mucha menos energía. En un entorno en el que los dispositivos electrónicos (y la demanda eléctrica, en consecuencia) se han multiplicado, la necesidad de nuevas respuestas es clara.
En Estados Unidos
Así, una investigación conjunta de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, el Laboratorio Nacional de Tecnología Energética (NETL), el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, estas tres instituciones de Estados Unidos, y la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, ha demostrado cómo el carbón puede desempeñar un papel vital en los dispositivos electrónicos de próxima generación.
El equipo de investigadores utilizó capas de carbono derivadas del carbón en transistores bidimensionales construidos sobre el semimetal grafeno o el semiconductor disulfuro de molibdeno para permitir una velocidad de funcionamiento del dispositivo más de dos veces superior al de los convencionales y con un menor consumo de energía. Otra aplicación que ha estudiado el grupo son los memorresistores, componentes electrónicos capaces tanto de almacenar datos como de operar con ellos y que se perfilan como una pieza clave para mejorar bastantes sistemas de inteligencia artificial. ¿Volveremos pronto a considerar el carbón un recurso con más futuro que pasado? ¿Estamos cerca del Back in Black?