Por más que la tecnología avanza en el caso de los teléfonos móviles, no todos los aspectos de los mismos mejoran al mismo ritmo. Uno de los problemas con los que tenemos que lidiar en el día a día sigue siendo la autonomía de las baterías, porque aunque estas son cada vez un poco más potentes, las necesidades para poder sacarle el máximo partido a los dispositivos también crecen. Y el caso es que normalmente las baterías no llegan a durarnos más que un día y en ocasiones ni siquiera eso.
Habitualmente cargamos el móvil en casa, en el trabajo o en incluso en el coche, pero no siempre es posible, y en casos en los que el teléfono está a punto de apagarse o sencillamente se ha quedado sin batería, buscamos cualquier modo de cargarlo. Y entre los lugares donde podemos hacerlo se encuentran los aeropuertos, las estaciones de autobús, cafeterías, restaurantes de comida rápida, universidades, hospitales y diversos lugares públicos en los que podemos encontrar una variedad de cables con toda clase de adaptadores o puertos USB para volver a revivir el móvil.
El problema está en que no sabemos si recargar la batería del teléfono en esos lugares al alcance de cualquiera son seguros o no, y pese a todo, ante la posibilidad de quedarnos sin el uso del móvil, acabamos cediendo a la necesidad y lo conectamos.
Pero si atendemos a los consejos de los expertos en tecnología, en seguridad o incluso a las autoridades, cargar el teléfono móvil en un lugar público puede causarnos más de un problema del que nos podemos acabar arrepintiendo. A continuación vamos a ver por qué.
El apretón de manos
Conocido en la terminología tecnológica anglosajona como handshaking, el apretón de manos se aprovecha de que los conectores son un conducto de datos y de energía bidireccional, y de esa manera si esos cables o adaptadores están manipulados, pueden tomar el control o robar los datos de un móvil. Incluso cuando el teléfono esté solamente en modo de carga y bloqueado, puede transmitir el nombre del usuario, el del proveedor de telefonía, el listado de los archivos y el número de serie a partir del sistema operativo del teléfono.
De esa forma, el móvil puede quedar infectado por el hacker y ser perseguido a través del identificador del teléfono.
El robo de archivos
También conocido como juice-jaking en el mundillo, se trata de modificar los puertos USB para robar los datos de un móvil. Además, el delincuente se beneficia de que los smartphones están hechos para que se abran de par en par sus datos cuando los conectas a un puerto USB. Uno de los ejemplos posibles de robo de archivos por medio del juice-jacking es el de un coche de alquiler que haya sido preparado por un hacker para hacerse con los datos de quien conecte su móvil al USB del vehículo. Porque al fin y al cabo, los sistemas de audio de un coche pueden copiar los datos de tu móvil cada vez que lo conectes por medio de esa entrada.