El consumo de cigarrillos electrónicos se mantiene en niveles relativamente bajos entre la población general, pero su utilización a la adolescencia es un motivo de preocupación, ya que constituye una puerta de entrada a un hábito, el tabaquismo, que es propio de un 29% de los jóvenes de entre 14 y 18 años y de un 33% de las jóvenes de la misma edad. De acuerdo con la Encuesta de Salud de Catalunya, un 1,4% de la población de 15 años o más declara estar utilizando de manera continuada cigarrillos electrónicos (1,2% de los hombres y 1,5% de las mujeres), pero un 11,8% admitía haberlos utilizado regularmente (13,5% de los hombres y 10,0% de las mujeres). En la franja 14-18 años, un 52,3% de los encuestados admite haberlos utilizado como mínimo una vez.

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Prohibidos a los menores

La venta y el suministro a menores de 18 años de cigarrillos electrónicos, tanto si contienen nicotina como si no, está prohibida. En consecuencia, que se mantengan estos niveles de consumo tan elevados entre la población adolescente y joven es un motivo de preocupación por las autoridades sanitarias, dado que estos dispositivos contienen sustancias con efectos perjudiciales a la salud. Además, varios estudios han demostrado que la experimentación con cigarrillos electrónicos incrementa sensiblemente el riesgo de iniciarse en el consumo regular de productos del tabaco convencionales.

Puerta de entrada

Estas cifras ponen de manifiesto que se mantienen unos niveles elevados de experimentación con el consumo de cigarrillos electrónicos, por encima del doble de lo que se había registrado hasta 2016 cuando el consumo alguna vez a la vida se estimó en uno ya elevado 22,6%. ¿Hay alguna solución? ¿Son efectivas las prohibiciones? Con ellas, España es el país de la UE donde los jóvenes comienzan antes a fumar.