Lo cuentan en V de Vendimia, el blog del portal Wine is Social, el club de vinos que fundaron en 2013 Albert Martí y Manel Sarasa y cuenta hoy con 5.000 suscriptores que, cada mes, pueden escoger vinos entre más de un millar de referencias de los más afamados elaboradores mundiales: ChatGPT también sabe de vinos.

 

¿Qué sabe exactamente?

Según V de Vendimia, el sistema de IA generativa de OpenAI es capaz, por ejemplo, de aconsejarte qué vino marida mejor con las viandas que vas a incluir en una cena o un almuerzo. Por lo visto, y según ellos mismos explican, lo han probado en carne propia: tras compartir con ChatGPT su intención de celebrar “una cena con amigos a base de tablas de quesos y embutidos ibéricos” y pedirle vinos “de entre 10 y 15 euros la botella”, el sistema les respondió que podían echar mano de “un Rioja Crianza, que suele tener notas de frutas rojas y negras, especias y un poco de vainilla”. La IA se aventuró incluso a proponer marcas y, así, citó a CVNE crianza, Marqués de Cáceres o LAN crianza. A continuación, recomendó también vinos de la DO Ribera del Duero asegurando que “suelen tener una buena relación calidad-precio” y citó como recomendaciones a Protos y a Prado Rey.

¿Quién paga?

Aquí llegados y vistas las recomendaciones –Chat GPT, según todo indica, hizo poco más que citar lo más obvio que cualquiera a quien se le formule una pregunta como la que hicieron los compañeros de Wine Lovers puede ocurrírsele tras hacer una búsqueda en Google- los redactores de V de Vendimia decidieron tomarse el asunto un poco a broma y, después de admitir que ChatGPT puede recomendar vinos, proponer maridajes e informar sobre regiones y variedades, explicitaron lo que el sistema ni sabe ni sabrá hacer nunca: descorchar una botella, probar el vino, evaluar una botella concreta, explicar qué se siente, visitar un viñedo o emocionarse con un buen vino. La pregunta que nos queda es, con todo, muy simple y tiene que ver con quién es el responsable de que el sistema de IA generativa haga esas recomendaciones y no otras.

Aquí llegados, basta con entender que ChatGPT funciona a partir de la información que alguien ha incluido en su base de datos y tener en cuenta que ésta, principalmente, procede de lo que cualquiera puede encontrar en la red. De nuevo, volvemos a lo de siempre: ChatGPT, al menos en cuanto a vinos, es como Siri pero más deshonesto ya que el asistente de Apple, cuando le preguntabas, por lo menos te ofrecía una serie de resultados de búsqueda. ChatGPT, al contrario, te lo cuenta como si se le hubiese ocurrido a él solo. La broma, por supuesto, la pagan las propias bodegas: a más dinero invertido en publicidad en Google, Facebook o cualquier otro medio, más información sobre ellas en la red y más posibilidades de que ChatGPT te nombre.