El futuro de todos, al menos en parte, pasa por China, pero los procederes del gigante asiático, aunque parezca una paradoja, ponen demasiado a menudo en peligro ese futuro que China quiere liderar . La revolución verde, hasta la fecha, parece que no va con ellos y los derechos laborales no se entienden allí como los entendemos en Europa. Esas cuestiones, por ya sabidas, quizá no merezcan repetirse (o, precisamente por eso, a lo mejor más aún), pero hay otras cuestiones, más cotidianas si se quiere, en las que China no se comporta como debe. Una de ellas es la pesca.
Una flota sin ley
China respeta la legislación internacional sólo cuando le conviene y sus mandatarios parecen haber decidido hace tiempo que las normativas globales que regulan la pesca no entran dentro de su conveniencia: de los entre 11 y 26 millones de toneladas de pescado que se captura de manera ilícita en el mundo cada año generando pérdidas a de entre 10.000 y 23.500 millones de dólares a la economía mundial, más de la mitad tienen que ver con China. En concreto, la Pesca Ilegal No Declarada y No Reglamentada (INDNR, por sus siglas en inglés) supone entre un 13 y u 31% de las capturas globales. Y del 54,7% de esas capturas son responsables buques industriales de bandera asiática vinculadosde una u otra manera con China. De hecho, el 61% de estos pesqueros pirata lucen orgullosos y sin esconderse la roja bandera del gigante asiático. La cifra asusta, porque del total de buques que desarrollan prácticas pesqueras ilegales, sólo un 16% es americano y sendos 13% proceden, respectivamente, de África y Europa.
Con todo, hay más datos: diez empresas acumulan la cuarta parte de denuncias por prácticas pesqueras ilegales y ¿a qué no adivináis donde tiene su sede la mayoría de ellas? Sí, acertáis: ocho son chinas. Las que faltan son, respectivamente, de Colombia y de España.
¿Dónde pescan?
Lo peor de todo es que estas prácticas esquilman los caladeros de los países con menos recursos: hasta un 50% de la pesca ilegal tiene lugar en caladeros africanos. Después, el segundo lugar preferido por estos filibusteros de la pesca es Sudamérica: las costas argentina y chilena sosn sus objetivos. Tanto en África como en Sudamérica, la pesca ilegal esquilma caladeros, quebranta las vedas e hipoteca el futuro de un sector en el se calcula que el 90% de los caladeros están agotados, explotados o sobreexplotados. Hace unos años, nos convencieron de que no convenía consumir pescado con una talla mínima a la inferior y ahora, quizá, ha llegado la hora de asumir también que, además de en el tamaño, debemos fijarnos también en cómo y dónde se ha pescado el pescado que comemos. Si no, igual acabamos todos comiendo surimi y gulas por obligación y no por gusto.