El grafeno es uno de esos materiales que, desde que fue descubierto, está llamado a cambiar la manera como entendemos el mundo. Por ello, diferentes grupos de investigadores de todo el mundo trabajan para identificar nuevos usos de este material y, también, nuevas maneras de obtenerlo. Uno de ellos es la fabricación de nanoestructuras de carbono que dotan a los materiales en los que se aplican de propiedades magnéticas o electónicas utilizables, por ejemplo, para construir superordenadores. Uno de los investigadores más prestigiosos del momento es español que trabaja con este tipo de estructuras derivadas del grafeno se llama Dimas García de Oteyza y, desde el Centro de Investigación en Nanotecnología y Nanomateriales (CINN) de El Entrego (Asturias), está desarrollando, junto a otros investigadores españoles y checos, un método para acabar con uno de los principales problemas de estas nanoestructuras: la inestabilidad de sus moléculas.
¿Qué provoca la inestabilidad?
Las nanoestructuras de carbono, para ser utilizado de manera intensiva, necesita poder soportar la exposición al aire y no oxidarse Para ello, es fundamental otorgar a sus moléculas mayor estabilidad, ya que, si no, no podrían emplearse en campos como el de la ya citada tecnología cuántica –los superordenadores- o la espintrónica, el almacenamiento masivo de datos. En el laboratorio, García de Oteyza y su equipo han conseguido que las nanoestructucturas de carbono sean más estables ya que, actualmente, si se desprotegen, no funcionan, De momento, han traspasado moléculas de su lugar de síntesis a su lugar de aplicación sin problemas, lo que es todo un avance.
Materiales novedosos
Que un material pase del laboratorio y sus condiciones controladas a la vida cotidiana es difícil, ya que algunos de ellos, caso de las nanoestructuras de carbono, pueden deteriorarse rápido y perder todas sus propiedades. Ahora, con el mecanismo descubierto, se reduce la inestabilidad y el grafeno nanoestructurado puede protegerse de los efectos oxidantes de la atmósfera. Con ello, se logra que las moléculas que se producen en el entorno estable de un laboratorio puedan llevarse al exterior sin que se degraden. El estudio ha sido publicado en la prestigiosa revista Nature Chemistry.