Nació a mediados del siglo XVIII en la provincia de Cádiz, coincidiendo con el desembarco en España de los tatarabuelos de los actuales Osborne, Terry , Sandeman o Byass, los mismos que, con su impronta, convirtieron los vinos generosos jerezanos (rebautizados por ellos como Sherry) en uno de las más preciadas mercancías que exportaba la España del XVIII y el XIX. De hecho, sin aquellos vinos y aquellos hombres, este humilde animal no existiría: hablamos, claro está del bodeguero andaluz, que es desde 2020 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de Jerez.
¿De dónde sale este perro?
Como la industria vinícola jerezana, el bodeguero andaluz es un cruce. Así; y de la misma manera que se miente cuando se dice que los vinos de Jerez nacieron como vinos extranjeros, hechos por extranjeros y consumidos por extranjeros; tampoco se dice verdad cuando se cuenta que el bodeguero andaluz es un perro británico trasplantado a la provincia de Cádiz, porque la realidad es que estos inteligentes canes; avispados, nobles, simpáticos y muy hábiles para la caza; son resultado del cruce de los perros que aquellos vinateros (antes que bodegueros eran comerciantes) trajeron consigo y que acabarían cruzados con los perros locales.
Eran todos, eso sí, perros de trabajo: comían bien, se les cuidaba y se les quería, pero, si estaban en las bodegas, era para cazar ratas y ratones. Y lo hacían tan divinamente que, incluso, fueron en una época tan temprana como el siglo XIX objeto de un programa de reproducción pautado que, muy probablemente, debió ser de los primeros que se desarrollaron en España: se intentó (y se logró) favorecer la reproducción de los ejemplares de color blanco, que eran los que que mejor se distinguían en las entonces oscuras bodegas, almacenes, dársenas y establos donde, implacacables, mantenían a raya a ratas y demás roedores.
La raza no se reconoció hasta hace 22 años
Con todo, el ratonero bodeguero andaluz no fue reconocido como raza hasta hace cuatro días. Todo empezó en 1983, cuando se crea el Club Español del Ratonero Bodeguero Andaluz. Tras años de cría cuidadosa y trabajo callado para configurar un estándar reconocible que avaló la Real Sociedad Canina de Epaña, los bodegueros andaluces fueron reconocidos como raza autóctona por el Ministerio de Agricultura. El broche de plata llegó en 2020, cuando el Ayuntamiento de Jerez declaró la raza Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad, algo que nunca antes y en ningún otro lugar había conocido una raza de perros autóctona española. Hoy, a esos perros sólo les falta el mismo broche de oro que a los vinos mestizos medio ingleses y medio andaluces elaborados por bodegueros tan mixtos como sus caldos: ser reconocidos como patrimonio, no ya de Jerez y la provincia de Cádiz, si no de la humanidad entera.