En verano, el uso de tarjetas de pago crece y, en paralelo, crecen también las estafas asociadas a ellas y una de las más habituales es el clonado. Muchos, los mismos que dicen shopping, training y coaching, prefieren llamarlo skimming que, literalmente sería algo tal que pasar rozando por encima, pero, en nuestro idioma, el vocablo equivale a clonar o duplicar. Lo de utilizar el término skim (que inglés se usa también para denominar la acción de retirar la nata que sobrenada en la leche a veces y para eso basta una sola pasada) tiene que ver con la rapidez inusitada con la que los ciberdelincuentes realizan estas clonaciones, para que les basta casi con un simple golpe de vista o de lo que sea que usen para clonar tu sistema de pagos. Con todo, hay maneras de evitarlo.
En cajeros y en tiendas
Clonar tarjetas en un cajero automático es sencillo: basta con insertar un dispositivo preparado para tales fechorías en la ranura. ¿Cómo evitarlo? Pues basta con revisar la ranura y comprobar que no hay nada fuera de lo normal. Si ves algo raro, cambia de cajero. En comercios, nunca pierdas de vista la tarjeta. Si se la das al vendedor y se la lleva, puedes tener problemas, porque bastan pocos segundos para que un delincuente avezado en estas tropelías la clone.
Controla tu cuenta (si tienes contratado un sistema de protección de pagos)
Lo más sensato, porque los delincuentes desarrollan cada vez sistemas más sofisticados y difíciles de detectar ante los que ni siquiera todas las precauciones bastan. Si controlas tu cuenta y detectas algo raro, contacta con tu banco y ellos revertirán el cargo. Ahora, eso sí: asegúrate de que tienes contratado un sistema de pagos protegidos.