¿De verdad van a  desaparecer todos los coches de combustión en 2030? Pues si hemos de hacer caso a Cepsa, todo indica que no: la petrolera española va a construir una nueva planta de biocombustibles de segunda generación en Huelva. Se gastará en ella 1.000 millones de euros y lo que va a producir allí servirá, entre otras cosas, para que nuestros coches de combustión puedan seguir circulando.

 

¿Qué son los biocombustibles?

Los biocombustibles son aquellos carburantes aptos para motores de combustión que se producen a partir de fuentes orgánicas como la biomasa y los residuos agroindustriales. Al quemarse, por supuesto, emiten CO2, pero al no tener éste origen fósil, no contribuyen al calentamiento global ni generan efecto invernadero. ¿Por qué? Pues porque, cuando quemamos un combustible de origen fósil, liberamos en la atmósfera CO2 que llevaba millones de años encapsulado en depósitos subterráneos pero, cuando quemamos biocombustibles no hacemos aportes adicionales. Lo que está haciendo Cepsa es muy simple: apuntarse a la carrera que permitirá que, tal y como planean, marcas como Toyota o BMW y grupos como Stellantis, puedan seguir ofreciéndonos coches de combustión que, eso sí, serán tan ecológicos o más que los eléctricos porque sólo quemarán combustibles verdes.

 

1.600 empleos

La nueva planta de Cepsa se ubicará en el Parque Energético La Rábida y producirá, además de diesel renovable, combustibles sostenibles para la aviación y, probablemente y aunque no se haya confirmado aún, también gasolinas. Durante la fase de construcción, dará empleo a unas 1.600 personas.

 

Los biocombustibles 2G se fabricarán a partir de residuos como aceites usados de cocina o desechos agrícolas. Estos biocombustibles fomentan la economía circular y reducen hasta en un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibles tradicionales. Con la construcción de esta nueva planta, Cepsa quiere liderar la fabricación de biocombustibles en la Península con una producción de 2,5 millones de toneladas