Son de Granada; trabajan en el Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN), que forma parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); y han vuelto a demostrar el nivel que la investigación biomédica tiene en nuestro país. Lo han logrado al identificar una proteína denominada RBP33 en el Trypanosoma brucei, el parásito responsable de la enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana, un mal endémico en 36 países del África subsahariana. El parásito, del que existe la variante rhodesiense y gambiense y para el que esta proteína es fundamental, penetra en organismos humanos a través de picaduras de la mosca tsé tsé y la enfermedad, además de producir la inflamación del cerebro, genera un estado de somnolencia constante que deriva en muerte. El hallazgo de los granadinos abre la puerta a eliminar el parásito bloqueando la producción de la citada proteína.

Parásitos causantes de la enfermedad del sueño vistos al microscopio
Parásitos de la mosca tsé tsé vistos al microscopio.

Implicaciones farmacológicas y de ciencia básica

En primer lugar, RBP33 tiene potencial como diana terapéutica de cara a la producción de nuevos fármacos para enfermedades como la enfermedad del sueño, enfermedad de Chagas y leishmaniasis, por estar solo presente en tripanosomátidos. Los investigadores destacan que la proteína RBP33 es esencial para la supervivencia del parásito y que no está presente en humanos. "Esto la convierte en una diana prometedora para terapia", explica. Al tiempo, el análisis de este tipo de parásitos permite estudiar mucho mejor el metabolismo del ARN. Cada año, se diagnostican unos 30.000 casos de esta enfermedad. 

¿Y ahora?

Respecto a futuras líneas de investigación, los objetivos más cercanos son dos: ampliar el conocimiento sobre RBP33 y, a continuación, seguir estudiando el ARN antisentido. Estos parásitos pueden servir como modelo para el estudio biológico del papel del ARN. “Todos los organismos generan continuamente moléculas de ARN antisentido potencialmente perjudiciales, y poseen proteínas especializadas que los detectan, marcan y destruyen. Nuestro trabajo demuestra que los tripanosomas no son una excepción, pero también indica que detectan los ARN antisentido de manera distinta al resto de organismos. Nuestros resultados, por tanto, son valiosos para el estudio de la evolución del metabolismo del ARN en eucariotas, y pueden ser también útiles para entender mejor estos procesos en organismos más complejos como los seres humanos", concluyen lo investigadores.