Hace tiempo que los pagos móviles son una realidad pero no todos los que tienen un smartphone se han atrevido o se han animado a probarlos. No es de extrañar que ante tanta constante novedad en la evolución de la tecnología, muchos se muestren dudosos a la hora de adoptar los nuevos usos que esta ofrece. Pero aun así, el pago a través del móvil no solo es seguro sino que ofrece ventajas que están ahí, al alcance de la mano, para aprovecharlas.
Los pagos móviles se empezaron a llevar a cabo en Gran Bretaña en 2008 y desde entonces, el desarrollo de la tecnología ha permitido que hoy se encuentre medio planeta los tenga a sus disposición. Según la web Statista, en 2017 se produjeron en el mundo transacciones a través del móvil por valor de 230.820 millones de dólares, un 89,25% más que en el año anterior.
La seguridad
Normalmente es el asunto que más dudas provoca en el posible usuario a la hora inclinarse a utilizar los pagos móviles, como suele ocurrir con muchas novedades que cambian nuestras costumbres a través de la tecnología. Sin embargo, la experiencia adquirida en esta última década demuestra que los pagos por móvil cuenta con una tecnología que los protege ante cualquier contingencia y que permite confiar en ellos.
El pago por móvil se realiza a través de un protocolo de conexión inalámbrica que se produce entre el smartphone y el terminal de pago que tramita la transacción, como el que tiene lugar en el caso de las tarjetas de débito o crédito contactless. La conectividad tiene lugar gracias a la tecnología NFC (Near Field Communication), que viene de serie en todos los móviles de gama media y alta del mercado y cada vez más en el resto de terminales. Su rango de acción no va más allá de los 20 centímetros de distancia, lo que hace que esa restricción no sea un problema sino una ventaja ante posibles intentos fraudulentos de terceras personas que se encuentren en las cercanías de donde se realiza la operación de pago.
Las transacciones comerciales de los pagos móviles van siempre encriptadas para que su contenido no pueda ser descifrado por nadie, tal y como ocurre en el caso del pago por medio de las tarjetas de débito y crédito.
El usuario que va disfrutar del pago por móvil debe escoger la aplicación a través de la cual va a realizar los pagos –normalmente es la de su banco o la de alguna compañía tecnológica como Apple Pay o Samsung Pay–, descargársela en su móvil e introducir sus datos bancarios. A partir de ahí, a la hora de pagar, basta con pulsar sobre la app y verificar su identidad ya sea por medio de un código PIN o de soluciones biométricas más recientes como son la huella dactilar y el reconocimiento facial o del iris. Funcionalidades que garantizan que nadie pueda suplantar al usuario en el momento del pago.
Además, en el hipotético caso de que el banco tuviera cualquier sospecha de que una operación se hubiera realizado de forma fraudulenta, bloquearía la tarjeta asociada a la app de pago, impidiendo así que siga funcionando hasta que se aclarara la incidencia.
En el caso de pérdida o robo del móvil, no hay nada que temer porque para poder realizar un pago, cualquiera que lo intentara tendría que identificarse por medio de los parámetros de seguridad antes señalados y no podría.
Otras ventajas
Nadie sale de casa sin su teléfono móvil y esto hace que desde que el pago móvil es posible, no es necesario llevar dinero en metálico o tarjetas de crédito. Se puede hacer un día normal sin monedero o cartera y que no se presente ningún impedimento a la hora de hacer cualquier clase de gasto en un comercio.
El pago por móvil es más rápido que el que se realiza a través de las tarjetas que todavía hoy en día precisan ser introducidas en el terminal punto de venta de muchos establecimientos. Con solo acercar el móvil al dispositivo de cobro, la transacción se lleva a cabo en muy pocos segundos, como sucede con las tarjetas contactless.
Y una última ventaja, pero no por ello menos importante. El pago por móvil permite que a través de la aplicación el usuario sepa al instante que la transacción se ha realizado perfectamente e incluso saber el saldo de su cuenta bancaria. De esta manera, llevar un control de los gastos será más sencillo y se evitarán sorpresa no deseadas. De igual forma, al tratarse de un proceso totalmente electrónico, no tiene por qué seguir cogiendo justificantes de papel de las transacciones, como ocurre con las tarjetas, debido a que todo ello se registra y almacena en la propia app del usuario.