¿Le queda algún futuro a la industria europea del automóvil si los motores eléctricos se imponen a los de combustión como la UE pretende? Sí, y pasa no por la competitividad, sino por el mismo camino que a principios del XX convirtió el textil catalán en un gran negocio: el de los aranceles. Con la simple amenaza que supone citarlos, algunas empresas se han decidido ya a empezar a fabricar eléctricos en Europa. Un ejemplo es Volvo.

Volvo
 

Adiós a China

Volvo, aunque mantenga su nombre sueco, no es más que la careta tras la que se esconde en Europa ese gigante chino de la automoción que es el Geely Holding Group. Hasta la fecha, el grupo chino fabricaba los modelos EX30 y EX90 en sus plantas chinas, pero el anuncio que la UE ha realizado en relación a su voluntad de imponer aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en el gigante asiático ha decidido a Geely a empezar a ensamblar coches de estos dos modelos en Bélgica. En breve, empezarán a hacerlo también en el Reino Unido.

Aranceles a partir de julio

La UE, según ha informado, impondrá a partir del 4 de julio aranceles superiores a los actuales que implicarían gravámenes superiores al 10% que hoy se aplica a estas importaciones. Geely ya tiene respuesta: construir en Gante (Bélgica). Así lo explican: “La decisión de construir también el EX30 en Gante refleja nuestra ambición de fabricar nuestros coches donde los vendamos tanto como sea posible”, ha indicado un portavoz en un comunicado enviado por correo electrónico y recogido por Bloomberg. ¿Qué supone estos? Pues que China, mediante sus marcas, fabricará donde convenga para que sus coches sigan conservando todas las opciones que ahora tienen de ser líderes en el nuevo mercado de los eléctricos.