Desde que Elon Musk compró Twitter en 2022 por aproximadamente 44 mil millones de dólares, la plataforma, ahora rebautizada como X, ha sido objeto de cambios radicales tanto en su estructura como en su función dentro del ecosistema digital. Musk ha expresado su visión de X como un espacio de "libertad de expresión absoluta" y ha defendido que su rol no es solo permitir el libre flujo de ideas, sino también canalizar su propia influencia como un gigante de la tecnología y la comunicación.
La influencia de X: entre seguidores y mensajes dirigidos
Actualmente, X tiene alrededor de 550 millones de usuarios activos, y Musk, quien cuenta con más de 150 millones de seguidores, utiliza la plataforma como un canal directo para compartir sus opiniones, anuncios y hasta decisiones empresariales, con una audiencia amplia y diversa. Uno de los aspectos que más se han destacado es cómo sus mensajes parecen tener prioridad en el algoritmo de la plataforma.
Según una investigación realizada por The Wall Street Journal, el contenido de Musk tiene un alcance mayor gracias a ciertos ajustes en el algoritmo de X, lo que significa que sus mensajes aparecen en los feeds de muchos usuarios, quieran o no.
Este tipo de priorización ha generado una creciente preocupación sobre el poder de Musk para controlar el discurso y dirigir la atención de la audiencia a través de su propio perfil. Un experimento realizado por la revista Fortune destacó cómo los tweets de Musk tienen un impacto notable en el comportamiento y la opinión pública. Fortune analizó la frecuencia y alcance de sus mensajes, concluyendo que la manera en que Musk utiliza X permite que sus opiniones y perspectivas se vuelvan tendencias globales casi al instante, creando una "ventana de oportunidad" para moldear las narrativas a gran escala.
Relación con figuras políticas y el papel de Trump en X
La relación entre Musk y el expresidente Donald Trump es otro punto relevante en la dinámica de poder en X. Musk, quien ha expresado su apoyo a la libertad de expresión sin filtros, decidió restablecer la cuenta de Trump en la plataforma, lo que generó una gran controversia. Trump, a su vez, es un usuario con una influencia enorme en X, y su regreso representa una ampliación de las voces que pueden utilizar la plataforma para fines de propaganda y difusión masiva de mensajes.
Este enfoque ha generado debate sobre si X está siendo utilizado como un vehículo para impulsar ciertas agendas políticas, moldeando la narrativa pública según intereses particulares.
X como un experimento de propaganda: el rol del algoritmo
El análisis de The Wall Street Journal ha señalado que el algoritmo de X se encuentra optimizado para que los mensajes de Musk tengan más visibilidad, independientemente del número de seguidores que tengan otros usuarios influyentes. Este algoritmo, que parece estar diseñado para dar prioridad al contenido de Musk, está configurado para que, al abrir la aplicación, muchos usuarios se encuentren con sus tweets, incluso si no siguen directamente su cuenta. Esta característica de X convierte a la plataforma en una herramienta de alto impacto para Musk, permitiéndole dirigir la atención hacia sus intereses y decisiones sin necesidad de recurrir a medios tradicionales de comunicación.
Este control sobre el algoritmo y, en consecuencia, sobre el contenido que llega a los usuarios posiciona a Musk en un rol de "curador de información" que recuerda a los mecanismos de propaganda de medios tradicionales, pero con la velocidad e inmediatez propias de una red social. Su adquisición de X representa no solo un movimiento empresarial, sino una estrategia deliberada para controlar una de las plataformas de información más poderosas del mundo, permitiéndole influir en la opinión pública y dirigir el flujo de información a nivel global.
Así, la compra de Twitter (ahora X) no solo expande el imperio de Musk en el ámbito de la tecnología y las redes sociales, sino que refuerza su capacidad de influencia, consolidando un modelo de comunicación y propaganda en tiempo real, sin precedentes en la era digital.