The Guardian es uno de los diarios en papel más leídos del Reino Unido y, como todos los diarios, ha visto drásticamente reducida su facturación y su volumen de ejemplares vendidos desde que irrumpieron en nuestras vidas las nuevas tecnologías. Por eso, a nadie debe extrañarle que, por nostalgia de tiempos idos, se fijen a la hora de escoger sus temas en singulares estudios que evidencian (o lo pretenden) cómo nos hemos convertido todos casi en esclavos de la tecnología. Pese a todo, hay que darles la razón en algo a los redactores del rotativo inglés: la tecnología nos ha cambiado y no siempre para mejor. Vamos a ver qué dice ese estudio.

 

 

 

Diez evidencias

Por lo visto, existen, según ese estudio del que se hacían eco en The Guardian este verano, hasta diez diferentes evidencias que demostrarían, si se unen, que la persona que las muestra es un auténtico adicto a las tecnologías. La primera de ellas tiene que ver con Internet y afecta todos aquellos que, cuando no pueden acceder a la red, experimentan una sensación de zozobra y angustia.

Si además eres de los que sienten remordimientos cada vez que compras un nuevo dispositivo o gadget y eres de los que sueñan con ser el primero de tu círculo en adquirir las nuevas novedades, tu problema ya es doble. No ser capaz de desconectar y centrarte en el presente sería otra actitud preocupante, así que, si pasas más tiempo grabando cosas para subirlas a tus perfiles en redes que viviéndolas, la situación ya es seria porque se identifican en ti tres de las conductas que se consideran propias de un adicto a la tecnología

Serio problema

El problema pasa de serio a peliagudo si, además de estos tres problemas, muestras alguna de las otras siete conductas recogidas en la lista. La tercera tiene que ver con los números de teléfono y las direcciones: si no los memorizas o, peor, eres ya incapaz de recordarlos, vamos muy mal. Si sufres insomnio, ya vas por el quinto punto y si, además, sientes miedo o angustia cuando no tienes tu teléfono cerca, el problema empieza a ser ya muy serio.

Tu capacidad de concentración se resiente también cuando eres adicto a algo y, en el caso de las tecnologías, eso se evidencia si no eres capaz de mantener conversaciones serias en persona y, por ejemplo, prefieres el WhatsApp. Si además de todo eso pierdes la noción del tiempo cuando estás conectado y no cuidas tu privacidad en la red, tu problema con las tecnologías es ya muy pero que muy serio: casi patológico