Viajar con infancia siempre comporta problemas logísticos, de organización y vinculados a ese don nada abundante que se llama paciencia, pero de un tiempo a esta parte empieza a comportar también problemas vinculados con el alojamiento. De momento, son una minoría, pero cada vez –y basta con echar un vistazo a cualquier portal de reservas como, por ejemplo, Booking- aparecen más avisos vinculados a infantes y su presencia no ya en restaurantes, sino también en hoteles y apartamentos. El hotel adult only es una nueva categoría que ha llegado para quedarse.
¿Una excusa para cobrar más?
La no presencia de niños y niñas haciendo cosas de niños y niñas en un hotel se considera, de hecho, un plus y, como tal, se cobra. En teoría, que no haya menores en un establecimiento presupone que el ambiente será más tranquilo, relajado y propicio para actividades como las cenas en pareja, las catas de vino o, por qué no decirlo, el entretenimiento nocturno. Con todo, los establecimientos que se identifican como adult only tienen un denominador común: suelen ser más caros.
¿Es legal?
Es la gran cuestión. Hace unos días, se convertía en objeto de debate la educada recomendación que los propietarios de un restaurante gallego hacían a los padres que no se sintiesen capaces de garantizar que su infancia a cargo se mantendría sentada durante toda la comida o la cena. Más de un progenitor puso el grito en el cielo y otros dieron por buena la recomendación que figura en la web del restaurante. Lo de los hoteles, sin embargo, es otra cosa y, en sentido estricto, no es legal. En este caso, el derecho de admisión no ampara este tipo de restricciones, ya que comporta un trato desigual hacia un colectivo que no es otro que el de los menores. Es, en términos legales, un acto discriminatorio por razón de edad idéntico, por ejemplo, a la vulneración de derechos que supone vetar de manera explícita en una oferta de empleo a personas mayores o menores de determinada edad.
¿Y por qué no hay una avalancha de sanciones?
Los primeros hoteles sólo para adultos nacieron en el Caribe y se dirigían, principalmente, a adultos que disfrutaban de su luna de miel. Ahora, el asunto ha ido más allá y es posible que la etiqueta identifique incluso a una casa rural o a un albergue en el pueblo de tus abuelos. Con la normativa en la mano, ningún alojamiento puede vetar la entrada a nadie por razones de edad y mucho menos publicitarlo de manera explícita. Si que puede, sin embargo, hacerlo de manera velada dejando claro que los menores allí no son bienvenidos. De hecho, la propia etiqueta adult only es lo suficientemente ambigua -tanto o más que la de family resort- como para que no dé pie a que una eventual demanda se estime. En todo caso, si hay denuncias, lo que suelen hacer los propietarios es decir que ellos no querían decir eso que parece que estaban diciendo.
¿Tienen futuro?
Cuando algo prolifera es porque, evidentemente, existe un mercado que lo demanda. De hecho, hay hasta webs específicas para reservar vacaciones sin niños. La hostelería, como otros sectores, se especializa y tematiza y los hoteles adult only no son más que una expresión de este hecho. Al final, de lo que se trata cuando se va a un hotel es de pasarlo bien y, sea legal o no, lo cierto es que ningún buen padre debería llevar a sus hijos allí donde sabe que no son bienvenidos siempre y cuando el montarle un circo al dueño del hotel que se niega a alojar menores en su establecimiento no forme parte de las actividades recreativas que la familia en cuestión guste de realizar, porque de todo hay.