El plástico es uno de los grandes problemas del presente y será, si no remediamos, una de las rémoras con las que nuestros hijos deberán cargar en el futuro: es difícil de eliminar, llena de basura nuestros océanos, está presente hasta en la leche materna y lo peor que tiene es que, como es barato, cuesta encontrar un material mejor para fabricar todas esas cosas imprescindibles para la vida cotidiana que serían muchísimo más caras y muchísimo menos versátiles si se fabricasen con madera, metal, tela, corcho o papel. Hace falta un sustituto para el plástico, está claro y lo mejor es que parece que lo hemos encontrado en los bosques españoles: se llama resina.
Sustituto natural
La resina, explican ingenieros forestales como Guillermo Arranz, es el sustituto natural del plástico. Y lo es doblemente: primero, porque no exige de procesos industriales para disponer de ella y, segundo, porque sus propiedades permiten que cualquier producto fabricado a partir de ella tenga cualidades casi idénticas a las del plástico generando menos problemas, ya que se trata de un producto versátil, sostenible y renovable. Desde Castilla y León (en concreto desde los pinares que llenan sus provincias) puede suministrarse en cantidades ingentes según asegura la Asociación Nacional de Resineros. En todo el mundo, las industrias químicas que emplean la resina como materia prima mueven unos 10.000 millones de dólares y generan más de 10.000 empleos que, si sumamos los que se vinculan no a la industria si no a la recolección de la resina y el cuidado de las plantaciones, alcanzan los 230.000.
¿El petróleo del futuro?
Entre los 60 y los 90, la de la resina fue una industria pujante en España, pero hasta hace diez años su uso entro en crisis. China ya no importaba resina española, había decidido usar la suya propia. Ahora, desde 2011, se vive otro momento interesante: Brasil es el principal exportador mundial y en Europa, el gran productor es España. De momento, la resina no sirve para elaborar combustibles, pero cualquier objeto fabricado con plástico podría construirse utilizando materiales derivados de la resina. Para atender las necesidades nacionales, España necesita unos quince millones de kilos de resina, que se pueden utilizar para fabricar barnices, pegamento, caucho, neumáticos y hasta bolsas. En Alemania, explican desde la Asociación de Resineros, trabajan ya en desarrollar una industria de transformación, pero la materia prima está aquí. ¿Nos subimos a este tren?