¿Te vas de vacaciones este verano? Seguro que sí y, también, es muy probable que en lugar de mirar un mapa antes de salir como hacía tu padre, lo fíes todo a la infalibilidad del GPS encarnado en Google Maps. Si vas a hacerlo, cuidado: puede sucederte lo que nos contaba esta semana en su perfil de Linkedin el técnico superior en prevención de riesgos laborales José María Martín Ojeda.

1366 521 (1)
 

 

 

Google Maps no maneja parámetros de seguridad

Con la IA en boca de todos, herramientas que van a utilizarse de manera intensiva este verano como Google Maps están diseñadas de una manera que dista mucho de ser inteligente. De momento, y hasta que alguien se decida a corregirlo, Google Maps no tiene en cuenta parámetros que en el caso de un viaje deberían ser cruciales como la seguridad. Así, y como explica Martín Ojeda, Google puede llegar a plantearnos como “ruta más rápida”, trayectos que implican abandonar autovías y elegir carreteras secundarias cuyo estado ignora: “inconsciente de mí monté en el vehículo y puse Google Maps sin ver la ruta que iba a tomar; así que, una vez en carretera, te fías a pies juntillas de la sabiduría de Google”, nos explica. ¿Cuál fue el resultado? Un trayecto, cuenta Martín Ojeda, “por una carretera de doble sentido, con carril estrecho, mal asfaltado, tránsito continuo de camiones y vehículos agrícolas y curvas cerradas”. De todo ello concluye que a Google Maps “le importa poco o nada la seguridad en la ruta sugerida”.

¿Solución?

Hay dos: la primera, no confiar en la infalibilidad de la tecnología y la segunda, planificar mínimamente cualquier viaje antes de emprenderlo. A veces, herramientas que consideramos inteligentes se quedan sólo en “smart” que, si lo traducimos literalmente a nuestro idioma, vendría a significar algo tal que “espabilado” o “listillo” aunque, a lo mejor, cuadraría más algo tal que “sabihondo”, que es aquel que hace ver que sabe sin saber tanto como a él le parece. En todo caso, lo dicho: más vale muchas veces mapa en mano que Google Maps orientando. Una vez, quien estas líneas suscribe, acabó metiéndose por una carretera que acababa en un túnel no abierto al tráfico. Y, sí, también se suponía que era la ruta más corta.