La crisis mundial de abastecimiento va en serio y Ford o, al menos, su división estadounidense, nos lo demuestran: acumulan en un aparcamiento situado a unos 50 kilómetros de su planta de Louisville hasta 45.000 pickups sin acabar.
En un circuito
El aparcamiento pertenece al circuito de carreras Kentucky Speedway y la solución es un parque temporal: los coches no estorban en las instalaciones de la fábrica, que debe seguir funcionando, y los propietarios del circuito ganan un dinero extra. En España, los propietarios del circuito Ricardo Tormo; situado en Cheste (Valencia), cerca de Ford-Almussafes; ceden su aparcamiento a empresas de leasing para que aparquen allí sus coches.
Éxito de ventas, pero no hay entregas
La mayoría de los vehículos que llenan el aparcamiento de Kentucky están ya vendidas: son pickuops F-150, F-250 y F-350 que se han vendido en los concesionarios pero no se han podido acabar porque faltan piezas, especialmente microchips. Las cadenas de suministros que abastecen a la industria mundial siguen sumidas en el letargo que precipitó la pandemia y las fábricas de medio mundo no son capaces de atender una demanda de bienes de consumo que se ha disparado ahora que disponemos de efectivo ahorrado durante los meses de encierro.
De ahí, también, la inflación disparada: mucha gente quiere comprar, pocos bienes a disposición y mucho dinero disponible. La situación no es que sea mala: es peor porque, además de no haber piezas suficientes, las pocas que hay llegan tarde y mal. Hace tres años, compré un Jeep Compass nuevo por 18.000 euros y, hoy, el mismo coche pasa de 30.000. Incorpora algunos extras nuevos, es cierto, pero no hay nada que justifique esa subida de 12.000 euros. Nada que no sea este círculo perverso en el que se ha convertido nuestro día a día. Sin piezas, o con piezas que llegan tarde, no hay coches y, sin coches suficientes, los precios suben. Y como quienes se encargan de los portes y los fletes lo saben, han subido las tarifas. Hoy, trasladar un contenedor náutico de 40 pies cuesta diez veces más que antes de la pandemia. Cierto que parte de ese incremento deriva del precio de los carburantes, pero no todo.
El caso de Ford, además, sólo es uno mas: General Motors acumulaba más de 100.000 coches pendientes de ser finalizados y también decidió aparcarlos. La última moda, si el cliente se pone pesado y no quiere esperar es entregar vehículos inacabados en los que no funciona bien el sistema de audio o el GPS no responde. O aceptas eso y que te lo arreglen en la primera revisión, o te esperas ocho meses para que te entreguen el coche y, mientras tanto, vas pagando la letra cada mes. La alternativa es el mercado de segunda mano.