Determinados colectivos ecologistas han instalado a la población en una dicotomía endiablada: hay que escoger entre cultivos o placas solares y eso, en territorios como Catalunya, donde la sensibilidad a favor de los pequeños agricultores está a flor de piel como demuestra el éxito de la película de Carla Simón Alcarràs, es suicida: hace nada, el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, urgía a Pere Aragonès, el president de la Generalitat, a desplegar de una vez las renovables ya que, a fecha de hoy, más del 50% de la energía que se consume en Catalunya procede de unas centrales nucleares (Ascó I, Vandellòs II y Ascó II) que tienen fecha de cierre. Desde Francia, precisamente, un grupo de agricultores muestra el camino: en la región del Alto Saona, muy cerca de Suiza y en pleno Franco Condado, han sabido combinar desarrollos solares y cultivos de cereales en una misma parcela.

Amance

Complejos agrovoltaicos

La experiencia se desarrolla en Amance, una comuna de 700 habitantes en la que la escasa actividad económica es de tipo agrícola. Allí, de la mano de la compañía de energía solar TSE, se han instalado 5.500 paneles solares sobre un campo de cereales sin afectar a los cultivos de forma negativa. Instalados colgados de cables que se sustentan en postes que permiten situarlos a altura suficiente como para no impedir el paso de maquinaria agrícola y, también, bascularlos para que el sol y la lluvia sigan llegando a los cultivos, los paneles solares de TSE producen energía suficiente para 1.350 personas, más del doble de los habitantes que tiene hoy Amance, el primer pueblo agrovoltaico del Franco Condado.

No hace falta elegir

De momento, los paneles se han instalado sólo en una de las explotaciones agrícolas del municipio y se espera conectarlos a la red en diciembre. Su presencia, además de ofrecer una nueva fuente de ingresos a los agricultores, convierte la localidad en energéticamente autosuficiente y preserva a los cultivos de las granizadas.