En verano, comprar se convierte en pieza clave del ocio, especialmente si quien compra está fuera de casa, pero las tiendas que hoy conocemos están sentenciadas. Del mismo modo que los comercios que conocieron nuestros abuelos se parecen poco o nada a los supermercados y grandes superficies que llenan hoy nuestros pueblos y ciudades, las tiendas actuales van a cambiar y mucho. Amazon, con sus supermercados sin casi personal, ya adelanta el modelo.

 

Reliquias

Hoy, un supermercado convencional está lejos que ser una atracción turística pero, si nadie lo remedia, en menos de medio siglo se convertirán en algo tan pintoresco como las añejas tiendas de ultramarinos que perviven en los centros históricos de algunas ciudades. Los cambios, por supuesto, llegarán derivados de tecnologías como la IA y las tiendas que hoy no llaman nuestra atención pero sí sirven para vaciar nuestros bolsillos acabarán pareciéndonos reliquias de un tiempo que añoraremos con la misma intensidad que hoy muchos añoran un modelo comercial (el de mediados del XX) que, aunque hoy se valore tanto, tenía también importantes carencias.
 

Menos personal

En la tienda del futuro, las líneas de caja desaparecerán y los dependientes que hoy conocemos se convertirán en algo tal que asesores especializados. No habrá colas y  la supervisión humana para los pagos se limitará al mínimo imprescindible. ¿Estamos pues ya cerca de las tiendas sin personal? Sí, sin duda: tu tienda preferida –también la de proximidad- se parecerá en veinte años más a una oficina de banco o un concesionario de coches de los de ahora que al comercio al que estás acostumbrado. De hecho, es probable que ni siquiera acumulen stock de productos y que, para ver lo que compras, debas echar mano de pantallas y simuladores.

IA

Más allá de sectores en los que la interacción con un dependiente experto sea crucial para concretar la decisión de compra, la presencia de asistentes humanos en las tiendas puede llegar a no ser necesaria. Hoy, los sistemas de IA y aprendizaje automático asistidos por cámaras y sensores permiten rastrear en tiempo real cada movimiento de un cliente en un espacio comercial. Los datos obtenidos así permiten, también, que ese mismo cliente al que se rastrea reciba igualmente en tiempo real recomendaciones personalizadas en su terminal móvil o su reloj inteligente que harán casi innecesario disponer en la tienda de demasiados productos. De hecho, ni siquiera tendrás que cargar con bolsas, porque lo que compres llegará a tu casa desde un almacén y gracias a una empresa de mensajería. Si sumamos este hecho a que el 60% de los compradores prefiere el autopago queda claro que el modelo de tienda que conocemos tiene los días contados. Y, si nada cambia, los pequeños comerciantes lo tendrán todavía más difícil.