Gabriella Coleman (Puerto Rico, 1973) és antropóloga y vive en el Canadá. En los seis últimos años ha hecho un trabajo de campo bien particular: en vez de ir a estudiar los pueblos de las antípodas, o de dedicarse a las más extrañas tribus urbanas, como tantos de sus colegas, se ha pasado jornadas enteras delante del ordenador con la finalidad de investigar el mundo de los hackers y, muy especialmente, Anonymous y su entorno. En base a estas investigaciones, ha publicado Las mil caras de Anonymous. Hackers, activistas, espías y bromistas (Arpa Editores). Visita Barcelona para dar una conferencia al Palau Macaya, invitada por La Escuela Europea de Humanidades y la Obra Social La Caixa. Aunque asegura haber acabado con sus investigaciones sobre los hackers, ha aprovechado su visita para estar en contacto con el mundo de los hackers locales, y también, preocupada por los movimientos sociales, ha hecho un seguimiento de las manifestaciones de Gracia.
Usted, como antropóloga, se dedicó a investigar unas actividades que están a veces al margen de la legalidad. ¿Qué problemas éticos y profesionales le supuso eso?
Cuando diseñé mi investigación no me planteé esta cuestión, pero cuando empecé a trabajar me di cuenta de que había una serie de temas éticos y legales muy complejos. En principio me resultó muy difícil, porque la investigación podía llegar a poner en peligro a la gente con que yo trabajaba. Y yo, como antropóloga, tenía muy claro que tenía un compromiso con las personas que estaba estudiando. Dejé muy claro a mis colaboradores que no quería que me relataran nunca información ilegal. Había el peligro de que pincharan mi ordenador, o que yo fuera obligada judicialmente a ofrecer mi información al gobierno. Los hackers generalmente me hicieron caso, y no me invitábamos a sus chats más secretos... Y yo tomé algunas precauciones: usaba nombres en código para mis informantes, encriptaba la información... La verdad es que sentí mucho miedo durante algunas fases de mi investigación: no estaba segura de que el FBI no acabara interrogándome.
A pesar de tantas dificultades, Usted obtuvo mucha información. ¿Cómo se lo hizo?
Quines más cosas me explicaron fueron los hackers que habían sido arrestados y sentenciados. Ya no tenían problemas para relatar sus actuaciones y hablaban con mucha sinceridad. Sin todos estos hackers me hubiera sido del todo imposible acercarme al mundo de Anonymous: sin ellos no hubiera tenido acceso a muchas cosas. A partir de estos contactos he entrevistado a muchos otros hackers, he debatido con ellos, y les he podido escuchar en sus conferencias.
Para los hackers, el ordenador es su segunda piel
Usted ha conocido a muchos hackers, ha hablado con ellos, ha pasado muchas horas leyendo sus chats. ¿Podría explicar por que alguien se convierte en un hacker?
La mayoría de los hackers conocieron el mundo de la informática antes de los diez años, y los fascinó. Es extraño que un hacker empiece a actuar más tarde de los 18 años. El ordenador, para ellos, es una segunda piel, es como una adicción. No pueden dejarlo. Desde mucho pequeños se interesaron en el poder que les daba la informática, y conseguieron llegar muy lejos.
Hay un estereotipo que retrata a los hackers como individuos asociales, que sólo saben estar delante del ordenador, que no se tratan con nadie...
Eso es completamente falso. Una cosa que los hackers valoran mucho es, justamente, la vida social que les facilita su actividad. Al hacerse hackers los aficionados a la informática se encuentran con una comunidad de personas, extremadamente inteligentes, que los acepta, y que es muy abierta: nadie cuestiona a otro por el hecho de ser diferente o extraño. En realidad, los hackers dedican una enorme cantidad de tiempo al ordenador, pero hacen otras cosas: a muchos les gusta viajar y tienen hobbies muy diversos, aunque a menudo relacionados con la informática. Pueden irse a la Costa Bravay pasar unos días yendo en la piscina pero también hackeando, como unos que conozco.
Una de las prácticas habituales de Anonymous es el llamado lulz. ¿Cómo lo explicaría para los que no lo conocen?
El lulz es la filosofía del sentido del humor de Anonymous. Es una amalgama de diferentes elementos: por una parte el lulz es irónico, humorístico, esotérico, pero por otra, también es oscuro, es cruel. Es divertido, pero a la vez cáustico. Una de las prácticas habituales de los hackers era el trolling, acciones de acoso despiadado. Actualmente los activistas de Anonymous siguen creyendo en el lulz, pero es mucho más ligero.
Anonymous es el movimiento menos políticamente correcto que existe
El lulz parece algo muy alejado de lo políticamente correcto.
Sí. En realidad Anonymous es el movimiento menos políticamente correcto que existe. En los Estados Unidos el progresismo da mucha importancia a la corrección del lenguaje, y por eso mucha gente odia a Anonymous, por sus groserías. Pero también hay muchos progresistas que adoran a Anonymous, justamente, porque rompe con esta corrección. Además, para algunos militantes progresistas, frente a una izquierda que sólo discute discursos, Anonymous representa una izquierda diferente, porque sus activistas toman riesgos y no se quedan en las palabras. Los de Anonymous están dispuestos a ser extremistas, y a ser ofensivos, y eso se refleja en el lenguaje que usan.
¿Como un grupo de fanáticos por la informática, a los que en el tuyo libros defines como "la mala leche de internet", se convirtió en un grupo de presión político?
En Estados Unidos, en principio, no era muy normal que los hackers se dedicaran a la política. Pero en cambio sí que lo era en España e Italia. A finales de los noventa en Europa había muchos hackers que estaban metidos en política y que se oponían a la globalización. Pero en los últimos años ha habido un boom de los hackers con mentalidad política, especialmente con el estallido del escándalo Wikileaks. Hoy en día cualquiera puede convertirse en un hacker político, simplemente, haciendo una donación económica a Anonymous.
¿Todos los hackers son militantes antisistema?
No, en absoluto. De hecho la mayoría de los hackers son apolíticos. Y hay muchos que trabajan para multinacionales... Son los responsables de seguridad de muchas empresas informáticas... La cuestión de la colaboración con las multinacionales genera muchos debates en el mundo de los hackers...
Anonymous argumenta que sus actuaciones son necesarias para denunciar algunos hechos que no llegan a los medios de comunicación. Se consideran como una herramienta para la libertad de expresión, pero otros los acusan de ejercer la censura. ¿Cómo surge esta polémica?
Anonymous es muy plural. No tiene un manifiesto fundacional, ni hay una filosofía única que abarque a todos sus integrantes. Históricamente, Anonymous se ha destacado en la lucha en defensa de la libertad de expresión y en contra de la censura. Justamente por eso, tienen esta obsesión por el anonimato. Creen que la gente, cuando es anónima, habla con más facilidad, por eso usan la máscara, ya que dicen que con la máscara la gente se expresa de forma más abierta. Una de las técnicas más eficaces de la lucha de Anonymous son los ataques de denegación de servicio, los DDoS [peticiones múltiples y sincronizadas a un mismo ordenador con el fin de saturarlo y bloquearlo]. Algunos hackers se oponen a ellas, porque consideran que así bloqueas a alguien y no lo dejas hablar, y eso supondría una vulneración de la libertad de expresión. Pero otros hackers consideran que se trata de una técnica lícita cuando se ataca a grandes empresas, porque sólo bloqueas a alguien temporalmente y estas compañías tienen otros canales para expresarse.
En alguna ocasión se ha llegado a acusar a Anonymous de terrorismo. ¿De dónde sale esta acusación?
Es un tema muy interesante, que yo he analizado muy de cerca. En realidad, los hackers nunca han sido acusados formalmente de terrorismo, pero se ha intentado asociarlos con el terrorismo. A pesar de todo, este intento de relacionarlos con el terrorismo no ha cuajado. Y yo creo que el factor determinante que ha bloqueado esta asociación es que Anonymous se implicó positivamente en las revoluciones árabes, y en el movimiento Occupy Wall Street, y estos movimientos son percibidos positivamente por la población, que no les consideran como terroristas.
Pero la máscara que llevan es la máscara de un terrorista...
Es cert. Guy Fawkes intentó volar la Cámara de los Lores, pero hoy en día no es visto como un terrorista, sino como una especie de héroe popular. Justamente esta máscara ha dado una imagen positiva de Anonymus y ha evitado que se les relacione con el terrorismo.
Y a pesar de todo, en Estados Unidos se persigue muy duramente a Anonymous y a los hackers.
En Estados Unidos no se aplica a los hackers la ley antiterrorista, pero se les castiga con la ley de fraude informático, que es extremadamente dura. Se trata de una legislación muy poco precisa, que deja mucho margen a la represión. Prevé que los hackers sean castigados con fuertes multas y con penas de hasta 10 años de prisión. Es muy duro si lo comparas con lo que pasa en Europa. Muchos hackers han ido a la prisión, en Europa, pero al cabo de un tiempo ya están fuera. No les han arruinado la vida, que es lo que se pretende en Estados Unidos. Me parece bien que se castigue a los que vulneran la ley, pero no que los destrocen.
Últimamente en los medios no aparecen mucho noticias sobre los hackers. ¿Este movimiento ha entrado en crisis?
En 2012 Anonymous estaba muy activo. Cada semana hacía una acción, o dos... Ahora, hay muchas menos. Pero sigue habiendo actuaciones de hackers. El hacking ahora está más disperso, es más selectivo y más esporádico, y por eso los hackers son mucho más difíciles de interceptar. Últimamente ha habido ataques muy importantes en Canadá, en Filipinas... En febrero un colectivo español, La Nueve de Anonymous, atacó El Corte Inglés. El hecho que no les consigan detener, quizás indica que son más fuertes que antes. En este momento es difícil predecir como evolucionará Anonymous y si los hackers conseguirán mantener sus actividades.