Consumimos menos gas y menos luz y eso, en un contexto mundial en el que hasta la demanda de diesel se reduce, quiere decir muchas cosas. Habrá que ver cuáles, pero lo cierto es que hemos consumido entre agosto del 2022 y marzo del 2023 un 21% menos de gas y un 7% menos de electricidad que en períodos idénticos de los últimos cinco años. Y lo hemos hecho, además, en un marco de exuberancia tecnológica en el que disponemos de más dispositivos que nunca, porque hace cinco años los móviles consumían menos, había menos tablets y portátiles y los robosts inteligentes de limpieza, por ejemplo no existían. Y la cantidad de coches eléctricos –que también se cargan- era menor que la actual. Y de frío, además, hacía más o menos el mismo en invierno y el calor en verano era parecido. ¿Qué ha pasado?

 

El Gobierno lo ve bien

Desde el Gobierno, se remarca que España está “mejor preparada” para el invierno 2023-2024 que para el que acabamos de superar y que, si es así, es gracias a nuestros sistemas de almacenamiento subterráneo de gas natural. Consumimos, eso sí, más gas ruso y estadounidense que argelino porque las decisiones geopolíticas de nuestro Ejecutivo obligan a ello. Además, y tal y como se nos exigía desde la Comisión Europea, hemos logrado reducir la demanda energética de las horas pico en más de un 5%: lo hemos hecho, en concreto y según Sara Aagesen, secretaria de estado de Energía, en un 9,8%.  Las familias con calefacción de gas, explica Aagesen también, disponen de tarifas reguladas reducidas y pagan “hasta un 31% menos” que si estas no existieran.

¿No será que estamos a las puertas de una recesión?

La reducción de la demanda se produce en un marco en el que la electricidad y el gas se venden a precios mucho más elevados que hace cinco años incluso con las citadas tarifas reguladas de por medio y la inflación ha reducido la capacidad de consumo. Del mismo modo que la mengua cierta en el demanda de gasóleo que se está ya detectando en los principales países industrializados es una evidencia de que nos acecha una desaceleración, la reducción del consumo energético en España podría, perfectamente, ser una evidencia de lo mismo. De todos modos, es mucho menos descorazonador pensar que, en realidad, tales guarismos son sólo consecuencia de nuestro compromiso ambiental. Ya lo decía Bunbury en La Herida, aquella canción de El Espíritu del Vino: siempre he preferido un beso prolongado aunque sepa que miente y aunque sepa que el falso. A ver si va a resultar que al Gobierno le gustan los Héroes del Silencio.