El glifosato, ese extraordinariamente efectivo herbicida de amplio experto que se comercializa bajo la marca RoundUp, parece tener vida para rato pese a que la Organización Mundial de la Salud lo haya señalado como potencialmente cancerígeno. Luxemburgo, país que prohibió su uso en 2021 amparándose en esos informes, tendrá que volver a ponerlo ahora a la venta después de que la Justicia de este pequeño país del Benelux así lo haya decidido. Según la normativa en vigor, a partir de diciembre el glifosato deberá dejar de usarse en toda Europa, pero el fallo de los tribunales de Luxemburgo da aire a quienes consideran que este herbicida debe poder seguir empleándose.

¿Qué es exactamente?

Las capacidades herbicidas del glifosato fueron descubiertas por la multinacional Montsanto en 1970. Su descubridor, John E. Franz, recibió diversos premios por ello y, además de para eliminar malas hierbas en cultivos agrícolas, se utiliza también para eliminar cultivos de coca y otras plantas vinculadas a la producción de drogas, ya que se trata de un herbicida de amplio espectro no selectivo que, cuando se pulveriza sobre una planta, bloquea su producción de proteínas, lo que impide su crecimiento y hace que finalmente muera. Se pulveriza también habitualmente en entornos urbanos para evitar la proliferación de malas hierbas. En agricultura, lo habitual es aplicarla para limpiar el terreno antes de proceder a la siembra de un campo.

En 1993, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y la Organización Mundial de la salud lo calificaron como producto de baja toxicidad, pero en 2015 la OMS indicó que se trata de un producto “probablemente carcinógeno para los seres humanos”, algo que confirmó también la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, aunque la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas lo mantiene desde 2017 como no cancerígeno, pero sí tóxico para la vida acuática. Greenpeace lo define como “un arma de destrucción masiva que afecta a la biodiversidad del agua y el suelo y a la salud de las personas” y se le ha llegado, incluso, a vincular con la celiaquía, una relación que el portal infocelíaco niega.

Situación legislativa actual

Sea como fuere, lo cierto es que en el territorio de la UE el uso del glifosato estaba hasta ahora permitido en todos los países excepto en Luxemburgo, que está obligado ahora por sus propios jueces a revocar la prohibición. El uso, eso sí, está limitado en la UE a profesionales en virtud de una autorización de uso aprobada en 2016 que expiraba en 2017 pero que se acabó ampliando hasta, precisamente, finales de 2023. Entidades como la Alianza para una Agricultura Sostenible; entidad que agrupa a sindicatos agrarios como Asaja, AEACSV, COAG, UPA y, también, a la asociación de cooperativas agroalimentarias; quiere que el Gobierno español apoye la renovación de la autorización de uso. Argumentan que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria indica que el glifosato no es un disruptor endrocrino, lo que desvincularía, según ellos, de determinados cánceres como el Linfoma de Hodgkin con el que se le ha relacionado. Con todo, queda pendiente un informe definitivo sobre el herbicida que nos ocupa que la citada Agencia ha indicado no estará listo hasta este mes de julio. La solución, con todo, llegará en diciembre. Mientras, diferentes empresas desarrollan ya alternativas biodegradables.